Comprar por comprar, sin mirar la verdadera necesidad o utilidad de aquello que adquirimos puede convertirse en un verdadero problema si no le ponemos freno.
Comprar ropa, zapatos y accesorios para lucir a la moda puede obsesionar a muchos jóvenes hoy en día. Sobre todo si provienen “de afuera” y tienen que ver con los modelos que proponen cantantes, artistas o deportistas, por solo citar algunos ejemplos.
En esto de la compra compulsiva encontramos de todo un poco. Hay quien le da por el tema de las tecnologías y quiere estar con lo último. Lo mismo les da un teléfono móvil, una tableta, o laptop o cualquier aditamento para o quedarse atrás que permita estar con lo último.
Muchas veces no se trata de una necesidad real sino del mero hecho de tener más y más, de acumular cosas que a veces ni usamos y terminan tiradas en un rincón. También tiene que ver con las apariencias que los jóvenes quieren mostrar ante los amigos y el grupo en que se desenvuelven frecuentemente.
Esta obsesión por comprar puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza. Por una parte, los muchachos ponen en una cuerda floja a los padres y los acorralan hasta ver cumplidos sus deseos y por otra dejan de preocuparse por las cosas realmente importantes como la escuela, los amigos o la familia.
Estas actitudes pueden derivar en expresiones de superioridad, egoísmo, desinterés o aislamiento y también otros trastornos de la personalidad que lejos de fomentar una cultura sustentada en los buenos valores acabe con ellos poco a poco.
Comprar no debe convertirse en una obsesión, sino en un acto de necesidad o de complacencia con uno mismo o con los demás. Por eso hay que evitar que nos arrastre al abismo del consumo innecesario que solo afecta al bolsillo y a nuestra inteligencia.
(Por: Eliane Táboas Merino. 2/8/2015)
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