La pesca

En una tarde de julio los pescadores lanzaban sus varas en la bahía habanera. La carnada de su pesca sería para obtener la carnada de nuevas pescas. Buscaban sardinas en la bahía. Pero los peces escaseaban. Las sardinas escaseaban. Y ellos vanamente se afanaban en lanzar sus varas.
Una y otra vez lanzaban su suerte al mar. Para algunos la pesca es su vida. Para otros su vida depende de la pesca. Los pescadores pasaban las horas en el muro del malecón. Sus vistas se perdían en las profundidades.
El tiempo impalcable despedía al sol. El mar se engullía al sol, lentamente y los pescadores seguían probando suerte. Para ellos pescar no es ensartar un anzuelo con un trozo de pescado y arrojarlo al mar. Pescar significa esperar, compartir, conversar, hacer amigos, salir de casa, reir, hacer bromas pesadas, volver a sentirse niño, llevar el sustento a sus hogares, la proteína a sus hijos.
Los pescadores se purificaban con el salitre que se les pegaba en el rostro, tras las salpicaduras del agua pura. Respiraban un aire fresco. Se fumaban un cigarro, tomaban un ron intragable que en compañía sabía mejor. No importa la edad, el sexo, la raza para ellos pescar es la forma abtracta de alcanzar la libertad.










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