Los nuevos escenarios abiertos en el diferendo entre Cuba y Estados, en el ámbito de las conversaciones entre las partes, con explícito propósito de trabajar para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, plantean desafíos diversos en la economía, la política y la ideología.
Esta realidad debe ser asumida con responsabilidad y sin ingenuidades, habida cuenta el nuevo enfoque de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba no renuncia al viejo propósito de desestabilizar el régimen socialista, de amplio beneficio social, utilizando vías más sutiles, que privilegian la seducción de las nuevas generaciones de cubanos, utilizando armas de oropel y cautivadoras tecnologías audiovisuales.
Cuba ha dejado bien claro que desea continuar sosteniendo con el gobierno estadounidense un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana y en la reciprocidad, “sin menoscabo a la independencia nacional y a la autodeterminación de nuestro pueblo”.
Lo anterior se traduce en respeto al sistema político, económico y social de ambos estados, y evitar cualquier forma de injerencia en los asuntos internos o amenaza a los elementos políticos, económicos y culturales de ambos países, pues nadie puede pretender que para mejorar las relaciones Cuba tenga que renunciar a sus principios.
Sobre este tema, siempre en busca del perfil sensacionalista de la información, algunos medios de prensa extranjeros han insinuado la posibilidad de que Estados Unidos ejerza presión para que Cuba varíe el rumbo de su política socialista y de solidaridad con otros pueblos hermanos.
Al respecto, Josefina Vidal, en representación de la parte cubana, ha sido enfática al afirmar que a lo largo de su historia Cuba ha demostrado que nunca ha respondido ni responderá a presiones de ninguna parte que provengan, lo que fue claramente expuesto por el presidente Raúl Castro en la recién concluida cumbre de países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(12/02/15)
Esta realidad debe ser asumida con responsabilidad y sin ingenuidades, habida cuenta el nuevo enfoque de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba no renuncia al viejo propósito de desestabilizar el régimen socialista, de amplio beneficio social, utilizando vías más sutiles, que privilegian la seducción de las nuevas generaciones de cubanos, utilizando armas de oropel y cautivadoras tecnologías audiovisuales.
Cuba ha dejado bien claro que desea continuar sosteniendo con el gobierno estadounidense un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana y en la reciprocidad, “sin menoscabo a la independencia nacional y a la autodeterminación de nuestro pueblo”.
Lo anterior se traduce en respeto al sistema político, económico y social de ambos estados, y evitar cualquier forma de injerencia en los asuntos internos o amenaza a los elementos políticos, económicos y culturales de ambos países, pues nadie puede pretender que para mejorar las relaciones Cuba tenga que renunciar a sus principios.
Sobre este tema, siempre en busca del perfil sensacionalista de la información, algunos medios de prensa extranjeros han insinuado la posibilidad de que Estados Unidos ejerza presión para que Cuba varíe el rumbo de su política socialista y de solidaridad con otros pueblos hermanos.
Al respecto, Josefina Vidal, en representación de la parte cubana, ha sido enfática al afirmar que a lo largo de su historia Cuba ha demostrado que nunca ha respondido ni responderá a presiones de ninguna parte que provengan, lo que fue claramente expuesto por el presidente Raúl Castro en la recién concluida cumbre de países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(12/02/15)
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