Ser diferente, según el parecer de algunos, puede constituir un patrón excluyente durante la adolescencia y generar conflictos de personalidad si no se sabe manejar adecuadamente.
Ser el gordito del grupo, la más flaca, el de los lentes grandes, la que usa aparaticos, tiene mucho acné o simplemente el que pasa demasiado tiempo pegado a los libros puede convertirse en un verdadero conflicto, sobre todo en la etapa de la adolescencia cuando se tienen patrones mucho más rígidos sobre la apariencia física.
Muchas de estas actitudes se manifiestan de manera solapada, a espalda de los acosados. Sin embargo, no siempre sucede así. Algunos trascienden el umbral y hacen públicas las burlas sin importar el lugar ni la compañía.
El aula, el barrio o simplemente un lugar de fiestas puede convertirse en el escenario perfecto para llevara a cabo el acoso o las burlas contra aquellos que desentonan dentro del grupo. Y muchas veces las consecuencias son fatales pues repercuten directamente en el estado emocional de los jóvenes, genera aislamiento y baja autoestima.
En estos casos lo más recomendable es comunicarse ante todo con la familia y hablar de lo que pasa. Y luego, si es necesario acudir con un especialista para buscar posibles soluciones. No se debe dejar que esta situación perdure en el tiempo pues el daño podría ser mucho mayor.
También es importante que los jóvenes “diferentes” tengan plena confianza en sí mismos. Nadie puede poner en entredicho lo que somos solo por la apariencia física. Esos muchas veces esconden en sus burlas carencias de todo tipo y también complejos.
Por eso lo más recomendable es aprender a vivir con nuestras diferencias y aceptarnos tal cual somos, sin importar lo que digan los demás. La adolescencia y la juventud constituyen etapas de cambio, sin las cuales no podríamos pensar en un mejor futuro.
(Por: Eliane Táboas Merino. 8/6/2015)
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