El derecho a una vida plena, en igual de derechos y condiciones es algo logrado en Cuba. Sobre todo si lo vinculamos a la comunidad de sordos que tanta inclusión ha logrado en los últimos años, especialmente entre los más jóvenes.
Ser sordo pudiera significar para muchos el fin del mundo. Sin embargo, se puede superar con voluntad y deseos de insertarse de manera activa en la sociedad, sobre todo si hablamos de jóvenes y adolescentes en esta situación que hoy disponen de muchísimas posibilidades.
Cada año aumenta la cifra de jóvenes sordos incorporados a la escolaridad en los diferentes niveles. Incluso desde edades tempranas ya se perciben los beneficios de los implantes cocleares, una manera de ir acortando distancias para lograr mayor equidad. Sin embargo, todavía existe algún tipo de rechazo y miradas excluyentes como si fueran personas distintas.
La cultura sorda tiene mucho que ofrecernos, por qué temerles; eliminemos los prejuicios que durante mucho tiempo han limitado la relación entre personas sordas y oyentes. Si creemos que será imposible lograr comunicación con una persona sorda, nos colocamos en la posición de seres irracionales; el Lenguaje de Señas constituye otro idioma como el Español o el Inglés.
Y si vamos a profundizar un poco este lenguaje de señas, es necesario decir que es una especialidad que se estudia en Cuba, una vez concluido noveno grado. Los estudiantes terminan como técnicos medios y una vez graduados pasan a trabajar como intérpretes de lenguaje de señas para prestar asistencia a las personas sordas que lo necesiten.
Algunos mitos apuntan que los sordos no pueden hablar. Sin embargo muchos pueden hablar mediante palabras, frases largas o por escrito o mediante lenguaje de signos. Además pueden conducir y algunos tienen automóvil. Ven la televisión, películas subtituladas y muchos programas en los que no es fundamental la audición para comprender y disfrutar de su visión.
Dijo Shakespeare: “No hay tinieblas sino en la ignorancia”. Y eso sucede precisamente con la comunidad de sordos que hoy superan sus diferencias y logran espacios de integración para seguir adelante en el camino de la vida, siempre con optimismo y esperanza.
(Por: Eliane Táboas Merino. 8/6/2015)
Ser sordo pudiera significar para muchos el fin del mundo. Sin embargo, se puede superar con voluntad y deseos de insertarse de manera activa en la sociedad, sobre todo si hablamos de jóvenes y adolescentes en esta situación que hoy disponen de muchísimas posibilidades.
Cada año aumenta la cifra de jóvenes sordos incorporados a la escolaridad en los diferentes niveles. Incluso desde edades tempranas ya se perciben los beneficios de los implantes cocleares, una manera de ir acortando distancias para lograr mayor equidad. Sin embargo, todavía existe algún tipo de rechazo y miradas excluyentes como si fueran personas distintas.
La cultura sorda tiene mucho que ofrecernos, por qué temerles; eliminemos los prejuicios que durante mucho tiempo han limitado la relación entre personas sordas y oyentes. Si creemos que será imposible lograr comunicación con una persona sorda, nos colocamos en la posición de seres irracionales; el Lenguaje de Señas constituye otro idioma como el Español o el Inglés.
Y si vamos a profundizar un poco este lenguaje de señas, es necesario decir que es una especialidad que se estudia en Cuba, una vez concluido noveno grado. Los estudiantes terminan como técnicos medios y una vez graduados pasan a trabajar como intérpretes de lenguaje de señas para prestar asistencia a las personas sordas que lo necesiten.
Algunos mitos apuntan que los sordos no pueden hablar. Sin embargo muchos pueden hablar mediante palabras, frases largas o por escrito o mediante lenguaje de signos. Además pueden conducir y algunos tienen automóvil. Ven la televisión, películas subtituladas y muchos programas en los que no es fundamental la audición para comprender y disfrutar de su visión.
Dijo Shakespeare: “No hay tinieblas sino en la ignorancia”. Y eso sucede precisamente con la comunidad de sordos que hoy superan sus diferencias y logran espacios de integración para seguir adelante en el camino de la vida, siempre con optimismo y esperanza.
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