En un contexto actual de conversaciones oficiales entre altos funcionarios de Cuba y Estados Unidos, con agenda de interés mutuo, pesa la existencia objetiva del bloqueo (embargo) económico, comercial y financiero que durante más de 55 años ha intentado estrangular a las familias cubanas.
Aunque las disposiciones del mandatario Barack Obama aflojan algunas de las riendas que atenazan los posibles vínculos comerciales, económicos y migratorios, lo cierto es el ejecutivo no posee facultades para derogar el bloqueo, pues la Ley Helms-Burton de 1996, codificó, endureció e internacionalizó las normas dictadas por los presidentes de Estados Unidos a partir del 3 de febrero de 1962, cuando John F. Kennedy impuso un “embargo total” sobre Cuba, recrudecido en los últimos años, sobre todo en transacciones financieras, con la aplicación de ilegítimas multas contra bancos de diversos países que establecían relaciones con la banca cubana.
La aplicación de la Ley Helms-Burton está a cargo de los Departamentos del Tesoro, Comercio y Estado, e incluye disposiciones de la Ley de Comercio con el Enemigo, de 1963.
Entre otras decisiones extraterritoriales del bloqueo, el presidente estadounidense de turno debe desarrollar un plan para derrocar al gobierno cubano, lo que ha sido sistemáticamente ejecutado por los mandatarios de turno.
Además, el bloqueo prohíbe a terceros países la venta a Estados Unidos de productos con componentes cubanos, lo que afecta sobre todo al níquel, principal producto de exportación de la isla; así como la venta a Cuba de productos con componentes estadounidenses, lo que dificulta la actividad industrial y petrolera. También el bloqueo vigente sanciona con 180 días de prohibición de ingreso a puertos estadounidenses, a barcos de terceros países que hayan atracado en Cuba.
La buena noticia es que al fin se alzan voces influyentes en el congreso bicameral de Estados Unidos para admitir la necesidad de debatir la existencia institucional del bloqueo, y que el presidente Obama exhortara a un debate en el Congreso sobre la posibiloidad de extinguir esa práctica que muchos analistas consideran genocidal. Las voces de los más retrógrados llaman a torpedear las iniciativas de Obama; las más sensatas exhortan al análisis sereno en pro de intereses socioeconómicos de empresarios estadounidenses, que en número creciente multiplican argumentos e influencias contra el genocida bloqueo, que también los afecta.(Por: Roberto Pérez Betancourt)(22/01/15)
Aunque las disposiciones del mandatario Barack Obama aflojan algunas de las riendas que atenazan los posibles vínculos comerciales, económicos y migratorios, lo cierto es el ejecutivo no posee facultades para derogar el bloqueo, pues la Ley Helms-Burton de 1996, codificó, endureció e internacionalizó las normas dictadas por los presidentes de Estados Unidos a partir del 3 de febrero de 1962, cuando John F. Kennedy impuso un “embargo total” sobre Cuba, recrudecido en los últimos años, sobre todo en transacciones financieras, con la aplicación de ilegítimas multas contra bancos de diversos países que establecían relaciones con la banca cubana.
La aplicación de la Ley Helms-Burton está a cargo de los Departamentos del Tesoro, Comercio y Estado, e incluye disposiciones de la Ley de Comercio con el Enemigo, de 1963.
Entre otras decisiones extraterritoriales del bloqueo, el presidente estadounidense de turno debe desarrollar un plan para derrocar al gobierno cubano, lo que ha sido sistemáticamente ejecutado por los mandatarios de turno.
Además, el bloqueo prohíbe a terceros países la venta a Estados Unidos de productos con componentes cubanos, lo que afecta sobre todo al níquel, principal producto de exportación de la isla; así como la venta a Cuba de productos con componentes estadounidenses, lo que dificulta la actividad industrial y petrolera. También el bloqueo vigente sanciona con 180 días de prohibición de ingreso a puertos estadounidenses, a barcos de terceros países que hayan atracado en Cuba.
La buena noticia es que al fin se alzan voces influyentes en el congreso bicameral de Estados Unidos para admitir la necesidad de debatir la existencia institucional del bloqueo, y que el presidente Obama exhortara a un debate en el Congreso sobre la posibiloidad de extinguir esa práctica que muchos analistas consideran genocidal. Las voces de los más retrógrados llaman a torpedear las iniciativas de Obama; las más sensatas exhortan al análisis sereno en pro de intereses socioeconómicos de empresarios estadounidenses, que en número creciente multiplican argumentos e influencias contra el genocida bloqueo, que también los afecta.(Por: Roberto Pérez Betancourt)(22/01/15)
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