El año comienza y con él las preocupaciones de los más jóvenes por enfrentar las novedades, los cambios y todo lo que acontecerá en los siguientes 365 días. Juventud y sociedad van a la par, más allá de los excesos o defectos que existan de una u otra parte.
Algunos dicen que los jóvenes se parecen a su tiempo y es verdad. El de ahora, mucho más dinámico y cargado de simbolismo, atrapa a todos sin quererlo. Los hace más atrevidos, independientes y también un poco irreverentes.
La juventud tiene estar a la par de la sociedad donde vive. Si esta última cambia también lo harán los más jóvenes en todos los sentidos: en la forma de pensar, actuar, vestir y hasta de hablar. Y no significa que sea algo malo, siempre y cuando se respeten las buenas costumbres y principios.
En lo que respecta a este tema de las costumbres y principios, la familia tiene que jugar un papel muy activo. Puede y debe exigir responsabilidad, sentido de pertenencia, compromiso con la verdad y sobre todo lealtad. Estos son y serán valores de todos los tiempos. Quienes los practican se convierten en mejores personas.
El tema cobra especial relevancia en un país como el nuestro donde la juventud no deja de acompañar cada cambio o transformación que se acomete en la sociedad. Ellos resultan actores imprescindibles con los que siempre la revolución ha contado pues ellos constituyen el relevo.
Juventud y sociedad, una mezcla necesaria para salir adelante, enfrentar obstáculos y estar actualizados de todo cuanto sucede en nuestro entorno más cercano. Una depende de la otra y sin ellas no sería posible evolucionar en el tiempo y estar acorde con los retos del presente y el futuro.
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