El 2014 entra en la recta final. El miércoles 31 lo despediremos y daremos la bienvenida a 2015, que será el último año del tercer lustro de este siglo 21, caracterizado por incesantes renovaciones tecnológicas en asuntos de comunicación interpersonal y social, a través de computadoras, teléfonos inteligentes, tabletas y cámaras digitalizadas, dispositivos de teledetección espacial; artefactos todos que posibilitan seguir en tiempo real imágenes, opiniones y el quehacer de otros que se hallan en la equina del barrio, o a millares de kilómetros de distancia; consultar periódicos y revistas, y enterarnos de cómo piensan unos y otros; en fin, la globalización de la información que transita por avenidas de gigabytes, limitada solo por la mayor o menor velocidad de tráfico disponible y la posibilidad de acceder a esos artefactos digitales, soñados por la ciencia ficción del siglo 20, y que hoy son realidad tangible.
Bienaventurados aquellos que en estos corceles digitales pueden cabalgar largas distancias en apenas segundos para felicitar a sus parientes y amigos en ocasión de las fiestas navideñas y de Año Nuevo.
Pero si usted es uno de esos muchos mortales que todavía dependen del teléfono fijo, del papel de carta y de la oficina del correo local para intentar comunicarse con el más acá, o el más allá, no olvide apurarse para que sus mensajes de fin de año lleguen en fecha oportuna a los destinatarios.
En cualquier rincón del mundo, cercano o lejano, sus amigos esperan recibir una palabra de aliento, un ”¡Felicidades!” con sabor a mango de la tierra, sobre todo si se trata de un hermano internacionalista que anda ahora mismo trotando lomas y navegando ríos en distantes lugares de la geografía para repartir letras y saberes, o llevar alivio y sanación a otros semejantes, que nuestros Santa Claus y Reyes Magos reparten, encarnados en profesores y doctores, enfermeras y técnicos, inspirados todo el año en el espíritu navideño, impulsados por esa especial motivación de servir y bendecir que los cubanos llamamos internacionalismo. No lo dude, apúrese y envíele ese mensaje de “¡Felicidades hermano!”, que estimula el corazón, alienta el espíritu, calma ansiedades, y destierra depresiones. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(24/12/2014)
Bienaventurados aquellos que en estos corceles digitales pueden cabalgar largas distancias en apenas segundos para felicitar a sus parientes y amigos en ocasión de las fiestas navideñas y de Año Nuevo.
Pero si usted es uno de esos muchos mortales que todavía dependen del teléfono fijo, del papel de carta y de la oficina del correo local para intentar comunicarse con el más acá, o el más allá, no olvide apurarse para que sus mensajes de fin de año lleguen en fecha oportuna a los destinatarios.
En cualquier rincón del mundo, cercano o lejano, sus amigos esperan recibir una palabra de aliento, un ”¡Felicidades!” con sabor a mango de la tierra, sobre todo si se trata de un hermano internacionalista que anda ahora mismo trotando lomas y navegando ríos en distantes lugares de la geografía para repartir letras y saberes, o llevar alivio y sanación a otros semejantes, que nuestros Santa Claus y Reyes Magos reparten, encarnados en profesores y doctores, enfermeras y técnicos, inspirados todo el año en el espíritu navideño, impulsados por esa especial motivación de servir y bendecir que los cubanos llamamos internacionalismo. No lo dude, apúrese y envíele ese mensaje de “¡Felicidades hermano!”, que estimula el corazón, alienta el espíritu, calma ansiedades, y destierra depresiones. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(24/12/2014)
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