A los jóvenes no les basta con tener el pelo largo o una vestimenta rara para sobresalir. Ahora, muchos necesitan también colgarse un arete o piercing en la parte del cuerpo más inimaginable para sentir la mirada sobre ellos. Hoy nos detendremos a conversar sobre el tema.
Y es que ya no basta con colgarse un arete en las orejas. Eso como que no define nada y es normal. Ahora se buscan nuevas zonas, desconocidas y muchas veces ocultas de las miradas curiosas. No basta con llevar una hilera de pequeñas bisuterías en la oreja, ahora se llevan "piercing" en las cejas, la cara, los labios, la lengua o el ombligo.
Estas conductas, resultan algo desproporcionadas. No por estar a la moda o llamar la atención se necesita ir cargado de perforaciones en todo el cuerpo, qué por demás, lejos de brindar una buena imagen, convierten la exageración en norma para el mal gusto. Es verdad que cada quien es libre de hacer o usar lo que mejor le parezca pero creo que vale el llamado de atención.
Además, estas perforaciones pueden tener un terrible costo para la salud. En ocasiones, los jóvenes se lanzan a esta aventura y se ponen en manos de cualquiera, sin saber que un arete o un piercing mal colocado pueden ocasionar irritación, inflamación, infección y hasta una posible cirugía.
A lo largo de la historia, el adorno personal ha sido utilizado por distintos motivos y de diferentes maneras. Pero buscar las razones en los tiempos ancestrales, sería descontextualizar demasiado un fenómeno actual que más tiene que ver con mensajes sutiles sobre quienes somos.
Las razones que impulsan a tantos jóvenes a usar aros y pendientes están más allá de la pura estética, la moda o el llamar la atención. Generalmente utilizan estas excusas porque saben que nadie les va a entender; entonces dicen que les gusta, que hacen lo que quieren, que se sienten mejor. Y terminan creando falsos estereotipos a nivel social.
Y es que estas actitudes mucho tienen que ver con el inconformismo de los jóvenes que no tienen quiénes les escuchen. Resulta una manera, no quiere decir que acertada, de canalizar dudas, rencores y la rebeldía propia de la adolescencia. Se vincula también a la incomunicación que a veces se apodera de muchas familias y que tanto daño hace.
Para muchos, la era de las perforaciones, aretes y piercing es retrato de una época, de una manera de decir y hacer, desde las apariencias. Pero también es un fenómeno que no debemos descuidar desde la familia para impedir que se convierta en un fanatismo sin límites y afecte, de manera irreversible, la imagen de los jóvenes ante la sociedad.
Y es que ya no basta con colgarse un arete en las orejas. Eso como que no define nada y es normal. Ahora se buscan nuevas zonas, desconocidas y muchas veces ocultas de las miradas curiosas. No basta con llevar una hilera de pequeñas bisuterías en la oreja, ahora se llevan "piercing" en las cejas, la cara, los labios, la lengua o el ombligo.
Estas conductas, resultan algo desproporcionadas. No por estar a la moda o llamar la atención se necesita ir cargado de perforaciones en todo el cuerpo, qué por demás, lejos de brindar una buena imagen, convierten la exageración en norma para el mal gusto. Es verdad que cada quien es libre de hacer o usar lo que mejor le parezca pero creo que vale el llamado de atención.
Además, estas perforaciones pueden tener un terrible costo para la salud. En ocasiones, los jóvenes se lanzan a esta aventura y se ponen en manos de cualquiera, sin saber que un arete o un piercing mal colocado pueden ocasionar irritación, inflamación, infección y hasta una posible cirugía.
A lo largo de la historia, el adorno personal ha sido utilizado por distintos motivos y de diferentes maneras. Pero buscar las razones en los tiempos ancestrales, sería descontextualizar demasiado un fenómeno actual que más tiene que ver con mensajes sutiles sobre quienes somos.
Las razones que impulsan a tantos jóvenes a usar aros y pendientes están más allá de la pura estética, la moda o el llamar la atención. Generalmente utilizan estas excusas porque saben que nadie les va a entender; entonces dicen que les gusta, que hacen lo que quieren, que se sienten mejor. Y terminan creando falsos estereotipos a nivel social.
Y es que estas actitudes mucho tienen que ver con el inconformismo de los jóvenes que no tienen quiénes les escuchen. Resulta una manera, no quiere decir que acertada, de canalizar dudas, rencores y la rebeldía propia de la adolescencia. Se vincula también a la incomunicación que a veces se apodera de muchas familias y que tanto daño hace.
Para muchos, la era de las perforaciones, aretes y piercing es retrato de una época, de una manera de decir y hacer, desde las apariencias. Pero también es un fenómeno que no debemos descuidar desde la familia para impedir que se convierta en un fanatismo sin límites y afecte, de manera irreversible, la imagen de los jóvenes ante la sociedad.
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