Este ocho de mayo se cumplen 79 años de un abominable acto: El asesinato a pleno sol de los revolucionarios Antonio Guiteras y Carlos Aponte, indelebles símbolos de rebeldía con causa, que trascienden su tiempo de lucha e inspiran a continuar batallando en la misma trinchera, esta vez para preservar la justicia conquistada.
El injerencismo norteamericano impidió que tras el derrocamiento del dictador Gerardo Machado el 12 de agosto de 1933, los revolucionarios profundizaran aquel proceso.
Con un golpe de estado el cuatro de septiembre, el sargento Fulgencio Batista se apoderó del poder y dio paso al llamado Gobierno de los cien días, en el que Guiteras impulsó radicales leyes nacionalistas como ministro de Gobernación.
Las ambiciones de Batista impedirían consolidar medidas de beneficio popular y, ya con flamantes grados de coronel y la orden de la embajada norteamericana, se lanzó a cazar a los revolucionarios, lo que obligó a Guiteras y un grupo de sus colaboradores a planificar la salida clandestina de la Isla con la intención de retornar y fomentar la revolución armada.
El ocho de mayo de 1935, Guiteras, de 29 años de edad, líder de la organización revolucionaria Joven Cuba, gozaba de gran simpatía popular por sus acciones en beneficio de la economía nacional y de las clases humildes.
Junto a un grupo de compañeros, Guiteras aguardaba una embarcación en la pequeña fortaleza semiabandonada de El Morrillo, en la costa norte de la provincia de Matanzas -100 kilómetros al este de Ciudad de La Habana-.
A las siete y media de la mañana centenares de soldados asaltaron el cuartelito con la orden de asesinar a Guiteras y a su entrañable amigo el venezolano Carlos Aponte, de 34 años de edad, quien había combatido en las Segovias, Nicaragua, junto al general de hombres libres Augusto César Sandino.
Ambos enfrentaron el desigual combate, pero fueron rápidamente abatidos por decenas de soldados al servicio de intereses oligárquicos.
Al referirse a esa acción heroica, poco más de cuatro meses después del triunfo armado de la Revolución frente a la tiranía de Batista, el primero de enero de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó:”...porque él (Guiteras) quería hacer lo que nosotros hemos hecho y cayó como han caído otros muchos revolucionarios, porque se lanzó a hacer lo que nosotros estamos haciendo hoy..."
El Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, en un discurso pronunciado en el año 1961, dijo de Guiteras: “...puro luchador antimperialista, precursor de la nueva etapa de la lucha guerrillera, de la utilización del campo como factor fundamental para desarrollar la pelea contra todos los agentes del imperialismo...".
El Morrillo, fortaleza terminada por la Corona española en 1780, varias veces reconstruido, devino museo dedicado a Guiteras y Aponte, y desde 1978 es reconocido como Monumento Nacional.
En el aniversario 79 del asesinato de los revolucionarios, en el solemne recinto dedicado a ellos junto a las banderas de Cuba y Venezuela, y sobre la losa que guarda sus restos, flores frescas esparcirán aromas renovados como parte del tributo de admiración y respeto de las actuales generaciones, que reconocen el indeleble ejemplo de estos rebeldes con causa.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)
El injerencismo norteamericano impidió que tras el derrocamiento del dictador Gerardo Machado el 12 de agosto de 1933, los revolucionarios profundizaran aquel proceso.
Con un golpe de estado el cuatro de septiembre, el sargento Fulgencio Batista se apoderó del poder y dio paso al llamado Gobierno de los cien días, en el que Guiteras impulsó radicales leyes nacionalistas como ministro de Gobernación.
Las ambiciones de Batista impedirían consolidar medidas de beneficio popular y, ya con flamantes grados de coronel y la orden de la embajada norteamericana, se lanzó a cazar a los revolucionarios, lo que obligó a Guiteras y un grupo de sus colaboradores a planificar la salida clandestina de la Isla con la intención de retornar y fomentar la revolución armada.
El ocho de mayo de 1935, Guiteras, de 29 años de edad, líder de la organización revolucionaria Joven Cuba, gozaba de gran simpatía popular por sus acciones en beneficio de la economía nacional y de las clases humildes.
Junto a un grupo de compañeros, Guiteras aguardaba una embarcación en la pequeña fortaleza semiabandonada de El Morrillo, en la costa norte de la provincia de Matanzas -100 kilómetros al este de Ciudad de La Habana-.
A las siete y media de la mañana centenares de soldados asaltaron el cuartelito con la orden de asesinar a Guiteras y a su entrañable amigo el venezolano Carlos Aponte, de 34 años de edad, quien había combatido en las Segovias, Nicaragua, junto al general de hombres libres Augusto César Sandino.
Ambos enfrentaron el desigual combate, pero fueron rápidamente abatidos por decenas de soldados al servicio de intereses oligárquicos.
Al referirse a esa acción heroica, poco más de cuatro meses después del triunfo armado de la Revolución frente a la tiranía de Batista, el primero de enero de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó:”...porque él (Guiteras) quería hacer lo que nosotros hemos hecho y cayó como han caído otros muchos revolucionarios, porque se lanzó a hacer lo que nosotros estamos haciendo hoy..."
El Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, en un discurso pronunciado en el año 1961, dijo de Guiteras: “...puro luchador antimperialista, precursor de la nueva etapa de la lucha guerrillera, de la utilización del campo como factor fundamental para desarrollar la pelea contra todos los agentes del imperialismo...".
El Morrillo, fortaleza terminada por la Corona española en 1780, varias veces reconstruido, devino museo dedicado a Guiteras y Aponte, y desde 1978 es reconocido como Monumento Nacional.
En el aniversario 79 del asesinato de los revolucionarios, en el solemne recinto dedicado a ellos junto a las banderas de Cuba y Venezuela, y sobre la losa que guarda sus restos, flores frescas esparcirán aromas renovados como parte del tributo de admiración y respeto de las actuales generaciones, que reconocen el indeleble ejemplo de estos rebeldes con causa.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)
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