No tengo fotos junto a Roberto Riera. En los muchos años que trabajamos juntos no contábamos con celulares, pero no es excusa, porque sí teníamos la posibilidad de imprimir cuantas imágenes quisiéramos.
Roberto fue nuestro compañero de filas y jefe de Información
en el periódico Girón, y compinche y oponente ante la reiterada mesa de dominó
desde la etapa universitaria en F y Tercera hasta décadas después en la Casa de
la UPEC matancera.
Uno de sus atributos fue la gentileza, aunque no tan
fuerte como para evitar que mostrara el puño si se le provocaba. Café y
cigarros, elementos muy comunes históricamente entre los periodistas, eran sus
aliados durante los momentos de cuestionamiento profesional interno o externo,
de conmoción vivencial o simplemente de felicidad. Presentes, dicho de otra
forma, lo mismo en fiestas que velorios.
No sé a dónde irán sus cenizas. Sí que Roberto era
mucho Roberto, y vale recordarlo inmerso en su organización de un flujo
informativo incesante, de 24 horas todos los días del mes, todos los días del
año, en lucha contra inmensas planas abiertas capaces de devorar la labor de
tantos y tantos y aún reclamar más.
Roberto supo ser amigo, y por eso permanece hoy aquí,
constreñido en esta cápsula que intenta honrarlo.
En estos tiempos de selfies y selfies y selfies,
extraño su foto. Si apareciera, la aportarán otros. Por si no, vale para todos
la libertad de perpetuarlo con la imagen que podemos crear o recordar,
convencidos de que seremos aceptados por su innata gentileza.
Publicar un comentario