Las problemáticas familiares e interpersonales parecen apoderarse fuertemente de la telenovela cubana actual con el propósito, quizás, de recrear la vida en el país en medio de tantas adversidades y proponer soluciones a dificultades sociales desde la visión de cada guionista.
El dramatismo se convierte en un espacio habitual para dejar notar sentimientos, virtudes o defectos de cada personaje. Cada historia se impone desde un prisma diferente a la realidad cubana, que desemboca siempre en las mismas inquietudes, matizadas de múltiples maneras y, en muchos casos, sin poder encontrar soluciones precisas.
La sal del paraíso, telenovela que se encuentra en fase de edición, ahonda un poco más en temas recurrentes en la televisión cubana, aunque también procura mostrar lados originales de situaciones específicas. Cuenta con 60 capítulos de 27 minutos cada uno, y está dirigida por el realizador Joel Infante.
La trama presenta una historia que pretenderá seducir al público desde el primer capítulo, y propenderá a desafiar la mirada cada vez más crítica del espectador.
Esta tarea resulta verdaderamente compleja en un contexto donde la realización de telenovelas se hace difícil, por ausencia de buenos guiones, dificultades económicas y un alto grado de competencia ante programas de factura extranjera.
Sin embargo, la historia puede reflejar aspectos novedosos en medio de tanta rutina dramática. Narra, básicamente, la historia de un locutor de radio que trabaja en un programa nocturno, con una carrera bastante reconocida, pero permeada trágicamente por su vida personal.
Tiene una hija con autismo, y ese hecho repercute desfavorablemente en sus planes, aspiraciones y deseos de seguir adelante. Se siente frustrado ante esa realidad, niega la condición de su pequeña y se repliega a las frías paredes de una cabina para conducir un programa de madrugada, con poca audiencia y dirigido a un público de élite. Por otra parte, presenta un conflicto con la esposa, que provoca un año completo de ausencia sexual entre ambos.
Hay otro bloque dramático inspirado en la cotidianidad de un edificio de apartamentos llamado Paraíso. Ahí pueden verse figuras como una enana chef de una paladar, un personaje llamado La Mariscal, especie de lumpen que maneja los negocios turbios del bajo mundo.
También están un hombre que trabaja en un mercado agropecuario, es adivino y utiliza su centro laboral para dar consultas, una señora de 70 años que busca un amor de juventud, una muchacha que ha perdido a su madre esquizofrénica y se siente culpable por esa muerte…
La telenovela recrea historias llevadas a la pequeña pantalla con relativo éxito, que se funden con otras bastante originales. Lo relevante, como suele suceder a menudo, podrían ser los pequeños detalles de cada personaje y la imbricación entre ellos.
Las buenas actuaciones, una banda sonora seductora y un uso de planos y locaciones que resalten las escenas podrían contribuir también a marcar la diferencia.
No obstante el camino trillado para sacar al aire este nuevo espacio, grabar una telenovela en Cuba es un reto de grandes dimensiones. Buscar una escenografía apropiada, el vestuario adecuado, o encarar un buen proceso de producción pueden devenir realidades estresantes.
Y es que la realización audiovisual en el país se ha vuelto precaria debido a limitaciones económicas que influyen, incluso, en la elaboración de un libreto interesante.(TVY)(RPB)(web TV Cubana)(03/09/15)
A pesar de ello, queda la presencia en esta historia de buenos actores que pueden poner en alto la trama y sacarle el mayor provecho. La joven Claudia Álvarez o los experimentados Obelia Blanco, Rogelio Blaín, Héctor Echemendía y Jorge Martínez presumirán una excelencia artística que podrá opacar elegantemente cualquier desatino.
No es prudente asegurar si el nuevo producto gustará o no. Pero más allá del criterio popular, es importante destacar que si bien la producción de telenovelas en el país deja mucho que desear, el interés por crear está presente y no ha decaído.
Es cierto: el esfuerzo exige calidad. Mas, sin esfuerzo no puede haber resultados, y estos van de la mano de la solución de esas problemáticas que impiden un mejor audiovisual. No cejemos en el empeño y lo demás llegará por añadidura. (Por: Sundred Suzarte Medina)
El dramatismo se convierte en un espacio habitual para dejar notar sentimientos, virtudes o defectos de cada personaje. Cada historia se impone desde un prisma diferente a la realidad cubana, que desemboca siempre en las mismas inquietudes, matizadas de múltiples maneras y, en muchos casos, sin poder encontrar soluciones precisas.
La sal del paraíso, telenovela que se encuentra en fase de edición, ahonda un poco más en temas recurrentes en la televisión cubana, aunque también procura mostrar lados originales de situaciones específicas. Cuenta con 60 capítulos de 27 minutos cada uno, y está dirigida por el realizador Joel Infante.
La trama presenta una historia que pretenderá seducir al público desde el primer capítulo, y propenderá a desafiar la mirada cada vez más crítica del espectador.
Esta tarea resulta verdaderamente compleja en un contexto donde la realización de telenovelas se hace difícil, por ausencia de buenos guiones, dificultades económicas y un alto grado de competencia ante programas de factura extranjera.
Sin embargo, la historia puede reflejar aspectos novedosos en medio de tanta rutina dramática. Narra, básicamente, la historia de un locutor de radio que trabaja en un programa nocturno, con una carrera bastante reconocida, pero permeada trágicamente por su vida personal.
Tiene una hija con autismo, y ese hecho repercute desfavorablemente en sus planes, aspiraciones y deseos de seguir adelante. Se siente frustrado ante esa realidad, niega la condición de su pequeña y se repliega a las frías paredes de una cabina para conducir un programa de madrugada, con poca audiencia y dirigido a un público de élite. Por otra parte, presenta un conflicto con la esposa, que provoca un año completo de ausencia sexual entre ambos.
Hay otro bloque dramático inspirado en la cotidianidad de un edificio de apartamentos llamado Paraíso. Ahí pueden verse figuras como una enana chef de una paladar, un personaje llamado La Mariscal, especie de lumpen que maneja los negocios turbios del bajo mundo.
También están un hombre que trabaja en un mercado agropecuario, es adivino y utiliza su centro laboral para dar consultas, una señora de 70 años que busca un amor de juventud, una muchacha que ha perdido a su madre esquizofrénica y se siente culpable por esa muerte…
La telenovela recrea historias llevadas a la pequeña pantalla con relativo éxito, que se funden con otras bastante originales. Lo relevante, como suele suceder a menudo, podrían ser los pequeños detalles de cada personaje y la imbricación entre ellos.
Las buenas actuaciones, una banda sonora seductora y un uso de planos y locaciones que resalten las escenas podrían contribuir también a marcar la diferencia.
No obstante el camino trillado para sacar al aire este nuevo espacio, grabar una telenovela en Cuba es un reto de grandes dimensiones. Buscar una escenografía apropiada, el vestuario adecuado, o encarar un buen proceso de producción pueden devenir realidades estresantes.
Y es que la realización audiovisual en el país se ha vuelto precaria debido a limitaciones económicas que influyen, incluso, en la elaboración de un libreto interesante.(TVY)(RPB)(web TV Cubana)(03/09/15)
A pesar de ello, queda la presencia en esta historia de buenos actores que pueden poner en alto la trama y sacarle el mayor provecho. La joven Claudia Álvarez o los experimentados Obelia Blanco, Rogelio Blaín, Héctor Echemendía y Jorge Martínez presumirán una excelencia artística que podrá opacar elegantemente cualquier desatino.
No es prudente asegurar si el nuevo producto gustará o no. Pero más allá del criterio popular, es importante destacar que si bien la producción de telenovelas en el país deja mucho que desear, el interés por crear está presente y no ha decaído.
Es cierto: el esfuerzo exige calidad. Mas, sin esfuerzo no puede haber resultados, y estos van de la mano de la solución de esas problemáticas que impiden un mejor audiovisual. No cejemos en el empeño y lo demás llegará por añadidura. (Por: Sundred Suzarte Medina)
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