Francisco habló ante el Congreso de Estados Unidos el jueves último. Su discurso, el primero de un papa ante el Parlamento de ese país, ha sido calificado de “impactante” por analistas internacionales.
Tal y como había anticipado, el Papa No citó por su nombre al bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace más de medio siglo sufre la nación cubana a manos de los gobernantes estadounidenses.
Dijo más: “Es mi deber construir puentes”.
Y más adelante: “ Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad.” Durante su estancia en Cuba, el papa constató la altura del alma cubana.
Poco después, el Papa dijo a los congresistas: “También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.”
Y añadió Francisco: “El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.”
También citó el Papa la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1778, de la que reiteró: «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad»
Reitero, el Papa, como había anticipado, no mencionó la palabra bloqueo. Pero entre otras muchas reflexiones, también citó la Biblia ante los congresistas estadounidenses , a quienes recordó la Regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes».
Roberto Pérez Betancourt
Tal y como había anticipado, el Papa No citó por su nombre al bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace más de medio siglo sufre la nación cubana a manos de los gobernantes estadounidenses.
Dijo más: “Es mi deber construir puentes”.
Y más adelante: “ Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad.” Durante su estancia en Cuba, el papa constató la altura del alma cubana.
Poco después, el Papa dijo a los congresistas: “También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.”
Y añadió Francisco: “El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.”
También citó el Papa la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1778, de la que reiteró: «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad»
Reitero, el Papa, como había anticipado, no mencionó la palabra bloqueo. Pero entre otras muchas reflexiones, también citó la Biblia ante los congresistas estadounidenses , a quienes recordó la Regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes».
Roberto Pérez Betancourt
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