Para llegar a esta ciudad hay que tomar una embarcación por casi una hora. Allí el ambiente es desolado. Todavía permanecen retazos de casas a medio construir y torres de hormigón sin terminar. Pero a todas luces se observa un reparto de edificios y calles con perfectas simetrías.
Los ciudadanos se han adaptado ha vivir y han apostado por el futuro. No pierden la esperanza de que algún día su ciudad cobre el esplendor que se pensó que alcanzaría décadas atrás.
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