Convivencia con el absurdo


Un absurdo en un hecho contrario  a la razón,  que  no tiene sentido lógico, pero existe. Absurdo también es  adjetivo que califica un suceso  arbitrario e irracional.
Convivimos con absurdos, algunos  de simple apreciación. Hay quienes gustan  perforarse el ombligo y colgarse allí una especie de arete. A mí me parece un absurdo, pero al que disfruta,  mientras contempla en otro el reflejo de su propia extravagancia, le parece divino.
 Es ese un absurdo  sin consecuencias para los demás.
 Pero hay absurdos  que  perjudican como los precios actuales del mercado agropecuario: Un mango seis y siete pesos, un macito de habichuelas seis pesos, un raquítico platanito de fruta un peso, un plátano macho cuatro; una cebolla tres pesos; una libra de carne de cerdo deshuesada, con cierta grasa incluida 40 pesos…
Es larga la lista,  como si fueran productos importados de Europa…
No se rompa la cabeza en buscarle explicación. El comerciante, conocedor del déficit de ofertas,  se encogerá de hombros y  con esa expresión corporal le estará diciendo: “Lo toma o lo deja”.
Otros absurdos sobre este tema se aprecian en  mercados agropecuarios locales, que abastece acopio estatal, con precios más moderados, pero calidades muy inferiores de productos perecederos  que siguen sufriendo manipulaciones  irresponsables, un viejo tema que no pierde actualidad, mientras se escuchan pregones ambulantes  que ofrecen  maíz  para guisos y  tamales, casquitos de guayaba y de toronja ,  fruta bomba, todo con el adjetivo adjunto de procesado,  de dudosa procedencia, pero puesto en su casa en una pequeña javita por la módica cantidad de 25 pesos, precio que  compite con el de  enlatados  en  establecimientos estatales. ¿Quién le pone el cascabel al absurdo arbitrario que agrede a otro?
Es  buena indagación para la que este comentarista no tiene respuesta. La traslado a quien pueda interesar.   (Por: Roberto Pérez Betancourt)(TVY)(25/08/15).

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