Algunas realidades y necesidades del comercio minorista

Cuando en las ciudades más céntricas de Cuba comenzaron a aparecer comercios renovados con el rótulo de  Tienda Recaudadora de Divisas, en los inicios de los 90 del siglo anterior, popularmente nombradas con las siglas de   TRD,  las que  comercializaban en dólares  cuya tenencia acababa de ser despenalizada, los primeros   nativos que disponían del billete verde se sorprendían  cuando escuchaban a los dependientes  llamarlos  “señor” y “señora”. Incluso algunos  se sentían incómodos y  reclamaban: “por favor, me dice compañero”.
Luego surgieron otras cadenas estatales comercializadoras. Apareció  el Peso Cubano Convertibles, el CUC, sustituto del dólar, y las antiguas palabras  de bienvenida al comprador  fueron cambiadas por frases como:   “La divisa en la mano “, para permitir el acceso al establecimiento; “abrigos fuera de la tienda”, aunque fuera invierno; “dos adentro y la cola afuera”, para permitir comodidad a los dependientes.
Las críticas y el sentido común surtieron algún efecto, mientras se multiplicaban las también nombradas “shoppings”. Pero  con el decursar del tiempo se ha hecho  evidente que aflojó la exigencia en la selección de empleados, su entrenamiento en atención al cliente y el conocimiento del oficio, así como de los atributos de la mercadería, hasta el punto que algunos vendedores –para no ser absolutos-  no saben explicar  cómo funciona una olla arrocera,  un televisor, o una microonda, y se limita a decir: “el prospecto  lo dice”.
Junto con la merma en  variedad de surtidos de comestibles y la permanencia de los precios altos, con tendencia a seguir subiendo, se autorizó la compra en ambas monedas y se elevó la irritación de  los cajeros.
 También se ha acentuado  la pasividad del vendedor, su ignorancia sobre calidades y otros atributos de lo que expende, la falta de jabas y la ausencia casi absoluta de empaquetar las compras; el guardabolso cerrado o con poca capacidad (al interior de la tienda no se puede pasar con jabas o carteras) , la espera del cuadre de caja, o de que regresen los que fueron a almorzar para ser atendido; estantes vacíos, decoraciones obsoletas; locales deteriorados y sucios, abarrotes en el área de comercialización, neveras desiertas  o con productos sin enfriar, falta de ventilación, paquetes de cárnicos  rotos, demoras injustificadas en la atención al cliente, desidia, irrespeto, descortesía, son también defectos muy visibles hoy en  shoppings de cualquier tamaño que, obviamente,  necesitan  corrección y enmienda para satisfacer las necesidades del consumidor, bridar el servicio que este merece y afrontar los retos del desarrollo perspectivo de nuestra economía, en Matanzas, en la Habana  y  en otras aldeas  del país.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)(TVY)(06/08/15)

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