La vida sorprende de formas inimaginables. Así le ocurrió al Ingeniero Miguel Sarraf González, quien durante diez años asumió la hermosa tarea de ser Rector de la Universidad de Matanzas.
Podría hablar con él horas acerca de su visión de los jóvenes de hoy, de la importancia de desplegar investigaciones cercanas a la realidad cubana actual y sobre lo que le falta a la Universidad para convertirse en el centro cultural de las comunidades y ante todo para ser la Universidad moderna que necesita el país.
Digo Sarraf y pienso en el hombre delgado, humilde, de palabra sencilla y mirada serena al que conocemos quienes tuvimos la oportunidad de graduarnos en el transcurso de una década en esa Casa de Altos Estudios, que para muchos representó y representa un hogar. Un sitio que guarda recuerdos y aún teje historias de amigos y amores.
Hace pocos días asistí como egresada de la carrera de Periodismo, ya en pleno ejercicio de la profesión, al acto oficial donde Sarraf hizo entrega de su cargo de Rector y por instantes, confieso, las lágrimas asomaron a mis ojos al ser partícipe del reconocimiento y el cariño que todos le profesaron.
Confieso, además, que le hice una entrevista, la cual he demorado en publicar debido a la nostalgia, a las ansias de retornar a un lugar donde verdaderamente fui feliz y aprendí el significado de ser independiente. Un lugar al que quisiera regresar para, al igual que Sarraf, contribuir en la forja de generaciones.
(Por: Gemma Carballo Campos)
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