Hasta hoy se tiene como un hecho verídico. Cuentan que en el apogeo del festín, Emilia Casanova, joven de belleza impar e hija de un rico hacendado de origen canario, levantó su copa y dirigiéndose a quienes disfrutaban del suculento banquete osó brindar por la independencia de Cuba.
La intrepidez de la joven no tomó en cuenta el consejo de su padre, quien momentos antes le había advertido que dominara cualquier comentario favorable al suceso sobre la Bandera.
El acto sublime dejó pasmada a la prominencia española, que aquel día de mayo de 1850 se reunió en el casino cardenense para celebrar la victoria frente a los invasores que irrumpieron unos días antes por las costas del pueblo, capitaneados por Narciso López.
A la rancia aristocracia cardenense no se le ablandó el corazón. Por aquella “locura”, Emilia fue condenada al destierro junto a toda su acaudalada familia. En Estados Unidos conoció a Cirilo Villaverde, con quien contrajo matrimonio. Según relata el historiador Ernesto Álvarez Blanco, la joven siempre mantuvo una actitud rebelde y jamás dio la espalda a su Patria.
Pese a su fugaz estancia en el territorio, la historia de esta mujer forma parte de la memoria ya legendaria de los cardenenses.
LA CELEBRIDAD DE LA DOMINICA
En la madrugada del 19 de mayo de 1850, una expedición encabezada por el general venezolano Narciso López desembarcó y ocupó por algunas horas el poblado de Cárdenas. Según consta en las actas capitulares las fuerzas avanzaron hasta llegar a la plaza fundacional y luego se dirigieron a la tenencia de Gobierno situada muy cerca, en una casa alquilada a Elizardo Capote, hoy hotel La Dominica.
Más que el acontecimiento en sí mismo, de marcado carácter anexionista, la notoriedad del suceso pende de un incidente que a la postre dio renombre a la costera localidad matancera y marcó una pauta en la historia de Cuba. El conspirador hizo ondear aquel día por primera vez en suelo patrio la bandera cubana, traída a la Isla por las fuerzas invasoras. El estandarte se izó en el edificio donde entonces radicaba la Casa de Gobierno.
El sitio es un lugar apreciado por los cardenenses y despierta la curiosidad de los visitantes. Se trataba de una casa de cantería y tejas, de dos plantas y de estilo neoclásico, con diversos usos desde su fundación.
A partir de la década del sesenta del siglo XIX se estableció allí un café y luego un hotel. Desde entonces se le conoce como La Dominica. El establecimiento se convirtió rápidamente en el preferido de la sociedad cardenense.
“En diciembre de 1882 los salones de la planta alta de este edificio fueron ocupados por el Club de Cárdenas. Entre 1892 y 1898, esta sociedad se convirtió en un centro conspirativo de primer orden, ya que sirvió frecuentemente de sitio de reunión a los miembros activos de la delegación del Partido Revolucionario Cubano y de su Servicio Secreto, constituida en Cárdenas durante la Guerra del 95.
Aunque se trata de un hecho sin confirmar, hay quienes sostienen que en noviembre de 1893 se hospedó en La Dominica el general Antonio Maceo, durante la visita que realizó clandestinamente a Cárdenas con objeto de despistar a sus perseguidores. Dicen que aprovechó la ocasión para recorrer los sitios que fueron escenarios de los principales acontecimientos vinculados al ataque y toma de Cárdenas por Narciso López.
El 19 de mayo del 2000, en ocasión de conmemorarse el aniversario 150 del izamiento de la bandera, el edificio fue declarado Monumento Nacional. Debido a su actual estado de deterioro se aprobó una inversión a consumarse en dos años para restituirle al inmueble su antiguo esplendor, según explicó Eduardo Pérez Díaz, vicepresidente del Gobierno en el municipio.
NUESTRA BANDERA, SÍMBOLO NACIONAL
Carlos Segura Torres, especialista de la Oficina de Asuntos Históricos del Comité Provincial del Partido, se ve particularmente atareado por los días en que se conmemora el aniversario 165 de tan importante acontecimiento.
Entusiasmado, accedió a conversar sobre un tema que lo ha ocupado por mucho tiempo.
—¿Cuáles son los orígenes de nuestra bandera?
—A propuesta de Narciso López fue diseñada por el matancero Miguel Teurbe de Tolón y de la Guardia (a quien en su época le llamaron El Poeta de la Libertad), y bordada por su prima y esposa Emilia Margarita Teurbe Tolón y Otero. El original en lienzo surgido de sus manos sirvió de modelo para la confección de la bandera que encabezó la expedición de Narciso López y que ondeó por vez primera en suelo patrio.
“Después de ser arriado, el estandarte fue salvado por el también matancero Juan Manuel Macías Sardiñas, quien formó parte de la expedición. Este lo guardó celosamente por años, hasta ser donado por su familia. Actualmente se encuentra expuesto en el museo de la ciudad de La Habana.
“A pesar del carácter anexionista que identificaba a Narciso López, los simpatizantes por la independencia de Cuba la hicieron suya y en 1869, en la Asamblea de Guáimaro, adoptaron el acuerdo de que fuera la Enseña Nacional atendiendo al hecho cierto de que cuando estalló la insurrección de La Demajagua, ya la bandera de López tenía sus mártires y antigüedad.
“Por eso la de Yara cedió su lugar al pabellón patrio, saneado su nacimiento, según Martí, con la muerte de López y Agüero. Es expresión genuina de los más de cien años de lucha del pueblo cubano por obtener su verdadera y definitiva independencia”.
—¿Para usted, cuál es el mérito mayor de la bandera cubana?
—Desde su génesis la bandera cubana ha estado presente en el devenir histórico de nuestra patria y defendida por cada cubano en las diversas luchas hasta la actualidad, purificada por el sacrificio, el valor y la sangre derramada de varias generaciones.
“Honrarla hoy y siempre es la mejor garantía de mantener la identidad, la cultura, los valores y la espiritualidad de los cubanos. Nuestra Enseña Nacional es símbolo de respeto, hermandad entre los pueblos y el mérito mayor, como bien dijo Bonifacio Byrne, es que no ha sido jamás mercenaria”.
Fue sin dudas la bandera cubana, aquella que se izara por vez primera en La Dominica, la que inspiró a la joven Emilia Casanova a levantar su copa y brindar por la independencia de Cuba.(Por: Ventura de Jesús García)(TVY)(RPB)(Granma)(19/05/15)
La intrepidez de la joven no tomó en cuenta el consejo de su padre, quien momentos antes le había advertido que dominara cualquier comentario favorable al suceso sobre la Bandera.
El acto sublime dejó pasmada a la prominencia española, que aquel día de mayo de 1850 se reunió en el casino cardenense para celebrar la victoria frente a los invasores que irrumpieron unos días antes por las costas del pueblo, capitaneados por Narciso López.
A la rancia aristocracia cardenense no se le ablandó el corazón. Por aquella “locura”, Emilia fue condenada al destierro junto a toda su acaudalada familia. En Estados Unidos conoció a Cirilo Villaverde, con quien contrajo matrimonio. Según relata el historiador Ernesto Álvarez Blanco, la joven siempre mantuvo una actitud rebelde y jamás dio la espalda a su Patria.
Pese a su fugaz estancia en el territorio, la historia de esta mujer forma parte de la memoria ya legendaria de los cardenenses.
LA CELEBRIDAD DE LA DOMINICA
En la madrugada del 19 de mayo de 1850, una expedición encabezada por el general venezolano Narciso López desembarcó y ocupó por algunas horas el poblado de Cárdenas. Según consta en las actas capitulares las fuerzas avanzaron hasta llegar a la plaza fundacional y luego se dirigieron a la tenencia de Gobierno situada muy cerca, en una casa alquilada a Elizardo Capote, hoy hotel La Dominica.
Más que el acontecimiento en sí mismo, de marcado carácter anexionista, la notoriedad del suceso pende de un incidente que a la postre dio renombre a la costera localidad matancera y marcó una pauta en la historia de Cuba. El conspirador hizo ondear aquel día por primera vez en suelo patrio la bandera cubana, traída a la Isla por las fuerzas invasoras. El estandarte se izó en el edificio donde entonces radicaba la Casa de Gobierno.
El sitio es un lugar apreciado por los cardenenses y despierta la curiosidad de los visitantes. Se trataba de una casa de cantería y tejas, de dos plantas y de estilo neoclásico, con diversos usos desde su fundación.
A partir de la década del sesenta del siglo XIX se estableció allí un café y luego un hotel. Desde entonces se le conoce como La Dominica. El establecimiento se convirtió rápidamente en el preferido de la sociedad cardenense.
“En diciembre de 1882 los salones de la planta alta de este edificio fueron ocupados por el Club de Cárdenas. Entre 1892 y 1898, esta sociedad se convirtió en un centro conspirativo de primer orden, ya que sirvió frecuentemente de sitio de reunión a los miembros activos de la delegación del Partido Revolucionario Cubano y de su Servicio Secreto, constituida en Cárdenas durante la Guerra del 95.
Aunque se trata de un hecho sin confirmar, hay quienes sostienen que en noviembre de 1893 se hospedó en La Dominica el general Antonio Maceo, durante la visita que realizó clandestinamente a Cárdenas con objeto de despistar a sus perseguidores. Dicen que aprovechó la ocasión para recorrer los sitios que fueron escenarios de los principales acontecimientos vinculados al ataque y toma de Cárdenas por Narciso López.
El 19 de mayo del 2000, en ocasión de conmemorarse el aniversario 150 del izamiento de la bandera, el edificio fue declarado Monumento Nacional. Debido a su actual estado de deterioro se aprobó una inversión a consumarse en dos años para restituirle al inmueble su antiguo esplendor, según explicó Eduardo Pérez Díaz, vicepresidente del Gobierno en el municipio.
NUESTRA BANDERA, SÍMBOLO NACIONAL
Carlos Segura Torres, especialista de la Oficina de Asuntos Históricos del Comité Provincial del Partido, se ve particularmente atareado por los días en que se conmemora el aniversario 165 de tan importante acontecimiento.
Entusiasmado, accedió a conversar sobre un tema que lo ha ocupado por mucho tiempo.
—¿Cuáles son los orígenes de nuestra bandera?
—A propuesta de Narciso López fue diseñada por el matancero Miguel Teurbe de Tolón y de la Guardia (a quien en su época le llamaron El Poeta de la Libertad), y bordada por su prima y esposa Emilia Margarita Teurbe Tolón y Otero. El original en lienzo surgido de sus manos sirvió de modelo para la confección de la bandera que encabezó la expedición de Narciso López y que ondeó por vez primera en suelo patrio.
“Después de ser arriado, el estandarte fue salvado por el también matancero Juan Manuel Macías Sardiñas, quien formó parte de la expedición. Este lo guardó celosamente por años, hasta ser donado por su familia. Actualmente se encuentra expuesto en el museo de la ciudad de La Habana.
“A pesar del carácter anexionista que identificaba a Narciso López, los simpatizantes por la independencia de Cuba la hicieron suya y en 1869, en la Asamblea de Guáimaro, adoptaron el acuerdo de que fuera la Enseña Nacional atendiendo al hecho cierto de que cuando estalló la insurrección de La Demajagua, ya la bandera de López tenía sus mártires y antigüedad.
“Por eso la de Yara cedió su lugar al pabellón patrio, saneado su nacimiento, según Martí, con la muerte de López y Agüero. Es expresión genuina de los más de cien años de lucha del pueblo cubano por obtener su verdadera y definitiva independencia”.
—¿Para usted, cuál es el mérito mayor de la bandera cubana?
—Desde su génesis la bandera cubana ha estado presente en el devenir histórico de nuestra patria y defendida por cada cubano en las diversas luchas hasta la actualidad, purificada por el sacrificio, el valor y la sangre derramada de varias generaciones.
“Honrarla hoy y siempre es la mejor garantía de mantener la identidad, la cultura, los valores y la espiritualidad de los cubanos. Nuestra Enseña Nacional es símbolo de respeto, hermandad entre los pueblos y el mérito mayor, como bien dijo Bonifacio Byrne, es que no ha sido jamás mercenaria”.
Fue sin dudas la bandera cubana, aquella que se izara por vez primera en La Dominica, la que inspiró a la joven Emilia Casanova a levantar su copa y brindar por la independencia de Cuba.(Por: Ventura de Jesús García)(TVY)(RPB)(Granma)(19/05/15)
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