Artesanos, carpinteros y especialistas ultiman detalles en cuanto el mecanismo de ascenso de la platea. FOTO OFICINA CONSERVADOR. |
La antigua maquinaria diseñada para mover la platea del Teatro Sauto, y que se conserva como la única de su tipo en Cuba, fue accionada en esta urbe durante las pruebas para verificar su funcionalidad, luego de permanecer inmóvil por 51 años.
Maestros carpinteros, ingenieros y artesanos se afanan en rescatar la estructura, que se activa manualmente a fin de elevar el área conocida también como patio de butacas al nivel del escenario, y crear así un espacio amplio para celebrar bailes, banquetes u otras actividades.
Leonel Pérez Orozco, Conservador de la Ciudad de Matanzas, declaró a la AIN que el sistema formado por engranajes, ejes y tornillos sin fin, mantiene su alineación original y se conserva en buen estado, por lo cual el equipo de restauradores aspira a recuperarlo con éxito.
El también geógrafo y arqueólogo, explicó que el arquitecto de origen italiano Daniel Dall’ Aglio, diseñador del Sauto en el siglo XIX, encargó la fabricación del mecanismo a una compañía inglesa, y participó luego en su montaje en los sótanos del coliseo de estilo neoclásico.
Carlos Somuano, jefe de la brigada de restauración, precisó que recuperar la maquinaria implica sustituir elementos de madera dañados, revisar puntos de apoyo y engrasar componentes metálicos, a tono con el esfuerzo por devolver al inmueble su antiguo esplendor.
Semejantes maquinarias existieron también en otros teatros cubanos de la época, como el Nacional, de La Habana, el Principal, ubicado en Camagüey, y el Tomás Terry de la ciudad de Cienfuegos, aunque con el tiempo fueron sustituidas por bases de apoyo convencionales.
Preservar la apariencia del icónico inmueble y su acústica, semejante a la de la célebre Scala de Milán, son premisas del remozamiento que prosigue en su interior, cargado de historia, donde se presentaron grandes artistas como la bailarina rusa Anna Pavlova, y la actriz francesa Sarah Bernhardt.
El coliseo, Monumento Nacional, abrió sus puertas en 1863 en esta urbe, situada a unos 100 kilómetros al este de La Habana, y debe su nombre al farmacéutico Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, benefactor de Matanzas, cuyos restos son conservados junto a los de su esposa en el recinto. (Tomado de la AIN, Roberto Hernández)
Maestros carpinteros, ingenieros y artesanos se afanan en rescatar la estructura, que se activa manualmente a fin de elevar el área conocida también como patio de butacas al nivel del escenario, y crear así un espacio amplio para celebrar bailes, banquetes u otras actividades.
Leonel Pérez Orozco, Conservador de la Ciudad de Matanzas, declaró a la AIN que el sistema formado por engranajes, ejes y tornillos sin fin, mantiene su alineación original y se conserva en buen estado, por lo cual el equipo de restauradores aspira a recuperarlo con éxito.
El también geógrafo y arqueólogo, explicó que el arquitecto de origen italiano Daniel Dall’ Aglio, diseñador del Sauto en el siglo XIX, encargó la fabricación del mecanismo a una compañía inglesa, y participó luego en su montaje en los sótanos del coliseo de estilo neoclásico.
Carlos Somuano, jefe de la brigada de restauración, precisó que recuperar la maquinaria implica sustituir elementos de madera dañados, revisar puntos de apoyo y engrasar componentes metálicos, a tono con el esfuerzo por devolver al inmueble su antiguo esplendor.
Semejantes maquinarias existieron también en otros teatros cubanos de la época, como el Nacional, de La Habana, el Principal, ubicado en Camagüey, y el Tomás Terry de la ciudad de Cienfuegos, aunque con el tiempo fueron sustituidas por bases de apoyo convencionales.
Preservar la apariencia del icónico inmueble y su acústica, semejante a la de la célebre Scala de Milán, son premisas del remozamiento que prosigue en su interior, cargado de historia, donde se presentaron grandes artistas como la bailarina rusa Anna Pavlova, y la actriz francesa Sarah Bernhardt.
El coliseo, Monumento Nacional, abrió sus puertas en 1863 en esta urbe, situada a unos 100 kilómetros al este de La Habana, y debe su nombre al farmacéutico Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, benefactor de Matanzas, cuyos restos son conservados junto a los de su esposa en el recinto. (Tomado de la AIN, Roberto Hernández)
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