Un ecuatoriano vino a Brasil a aprender los secretos de la producción de aguardiente en el sudeste del país
La tradición trajo a Rafael Barberam del litoral ecuatoriano de Guayaquil hasta Santa Isabel, a 60 km de São Paulo. El objetivo es aprender a fabricar cachaza, una de las variantes de la guardiente en Brasil, a lamanera de los productores de la regiónen los innumerables alambiques que se dispersan entre laslomasdel Estado paulista.
La presencia de Rafael fue posible gracias a un programa de intercambiodel Rotary Club Internacional, para jóvenes que deseen expandirse en sus respectivas áreas de interés.El recorrido comenzó en el Rancho Buenaventura, cerca del poblado de Igaratá, y propiedad de André Falcone, brasileño descendiente de italianos productores de licores.
La zafra comienza elmes próximo. Todo el proceso agrícola e industrial aqui es meramente artesanal: el corte es a mano, el campo está muy próximo al alambique, donde el trapiche, los tanques y el horno están montados de manera simple.
Según Falcone, él es capaz de producir 20 mil litros de cachaza por zafra, con apenas dos hectáreas de caña, pues sus rendimientos se acercan a los alcanzados en Riberão Preto, centro de referencia cañera en Brasil. André comercializa sus producciones directamente con clientes especializados en oferecer cachaza nacional a sus compradores. Las bebidas se añejan por uno, dos y cinco años en toneles fabricados con madera extraída de la región.
Referencias
São Paulo es uno de los mayores produtores mundiales de caña de azúcar. Cifras de 2012 avalan que el estado del sudeste brasileño produjo 21 millones de toneladas de azúcar, más de la mitad de todo lo fabricado en el país, y el 69% de las exportacion es brasileñas de este renglón. Es el mayor fabricante global de etanol a partir de la caña con más de 11 mil millones de litros anuales aproximadamente, segúnel Sistema de Acompañamiento de Producción Cañera (SAPCANA).
Brasil dedica al cultivo de caña 9,6 millones de hectáreas, 54% en São Paulo, que representa el equivalente a todo elterritorio de Costa Rica. Los rendimientos médios superan las 70 toneladas por hectárea en todo el país.En São Paulo se superan las 80 toneladas por hectárea, cifra que algunos productores consideraron baja para ellos en la zafra pasada debido a la prolongada sequía que afectó a la región. La calidad de la tierra propicia semejantes indicadores, pero también el manejo que se hace del cultivo, - aqui con seis cortes se renueva el campo-, y a los estudios constantes para mejorar las especies y los procedimientos, a partir de centros científicos de relevancia mundial en esta rama.
Reflejo
Para un país de las dimensiones y la economía de Cuba resulta casi imposible partir de Brasil como referencia para la agricultura, caña incluída. Pero solo cuando se trata de la produccióna gran escala. La experiencia de pequeños agricultores como André Falcone es un buen espejo para mirarse, pues oferece luces a quienes tienen posibilidades de dedicarse por sí mismos a fabricar derivados de la caña.
La apertura del cuentapropismo y la entrega de tierras en usufructo en Cuba pueden contribuir al surgimiento y expansión de pequeñas cooperativas dedicadas a la fabricación de alcoholes, aguardientes o rones de forma ordenada, legal y saludable, así como alimentos de fabricación artesanal como guarapo, raspaduras y melados. Las inversiones para ello resultarían elementales, pondrían en circulación productos que increíblemente casi desaparecieron del radar del consumidor cubano y reactivarían regiones completas con experiencia azucarera, y que hoy están sumidas en un letargo prolongado.
En el caso de las bebidas y licores, habría que autorizar y contolarla calidad de la producción, mas con la cantidad de personas que en Cuba se desligarondel sector azucarero y que tienen el conocimiento necesario, sería una variante favorable de empleo, así como para desarrollar zonas desde siempre dependientes de este sector.
A miles de kilómetros de distancia, en Santa Isabel, Brasil, Rafael Barbera me terminó impresionado por su visita, al comprobar la calidad de las cañas brasileñas y lo sencillo que resulta entregar de forma directa un producto terminado al comercio y no conformarse simplemente con sobrevivir a base de vender solo la matéria prima.
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