“Cuando veas la barba de tu vecino arder, pon la tuya en remojo”, dice un viejo refrán, que no deben pasar inadvertido para los encargados de bienes materiales en las entidades estatales, porque si no se percatan a tiempo de lo que está sucediendo a su alrededor, pueden sorprenderse un día ante una cadena de hechos delictivos, como los revelados recientemente en la prensa: El desvío de más de ocho millones de huevos liberados, cuya afectación económica rebasó los ocho millones 900 mil pesos, y por cuyos hechos fueron sancionados 19 ciudadanos en La Habana con elevadas penas de cárcel más la responsabilidad civil de cada uno de ellos.
Nos enteramos entonces que las autorizaciones para cargar los huevos eran simples recortes de papel manuscritos, los manejos turbios de la mercancía se evidenciaban en el acecho evidente de un grupo de empleados en un ambiente de descontrol administrativo que terminó por seducir a los implicados y llevarlos a un precipicio: Facturas que no llegaron a su destino, delitos de malversación, apropiación indebida y falsificación de documentos bancarios y de comercio.
Son los mismos hechos que pueden aflorar en otras entidades que descuidan sus controles cuando llega una auditoría, y entonces cunden los lamentos de “quién me lo iba a decir, si yo pensé que todo era normal…”; “Avemaría, me embarcaron” , y muchas otras frases conocidas, que solo reflejan la autocompasión, el sentir lástima por uno mismo después de haber sido atrapado en falta, que pudo evitarse con reflexión, control, ética y otros valores sobre los cuales ahora se suele hablar mucho, pero hay que detenerse a meditar más sobre la profundidad de su significado como antídoto para el delito.
Recuerdo ahora un tiempo pasado y pisado, a mediados de la década del sesenta del siglo pasado, cuando en nuestro país fueron eliminados todos los departamentos de auditoría y control de las entidades estatales bajo la falsa premisa de que “aquí todo el mundo es bueno, compañero y nadie roba”.
¡Increíble!, diríamos hoy, pero fue verdad, sucedió, y todavía arrastramos consecuencias de aquella subjetividad analfabeta.
Afortunadamente hace años se rectificó esa visión falsa de la realidad y ahora resta profundizar y llegar a comprender que no basta el declararse bueno y honrado, hay que parecerlo y demostrarlo en la práctica de todos los días, en Matanzas y en todo el país. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(TVY)(27/03/15)
Nos enteramos entonces que las autorizaciones para cargar los huevos eran simples recortes de papel manuscritos, los manejos turbios de la mercancía se evidenciaban en el acecho evidente de un grupo de empleados en un ambiente de descontrol administrativo que terminó por seducir a los implicados y llevarlos a un precipicio: Facturas que no llegaron a su destino, delitos de malversación, apropiación indebida y falsificación de documentos bancarios y de comercio.
Son los mismos hechos que pueden aflorar en otras entidades que descuidan sus controles cuando llega una auditoría, y entonces cunden los lamentos de “quién me lo iba a decir, si yo pensé que todo era normal…”; “Avemaría, me embarcaron” , y muchas otras frases conocidas, que solo reflejan la autocompasión, el sentir lástima por uno mismo después de haber sido atrapado en falta, que pudo evitarse con reflexión, control, ética y otros valores sobre los cuales ahora se suele hablar mucho, pero hay que detenerse a meditar más sobre la profundidad de su significado como antídoto para el delito.
Recuerdo ahora un tiempo pasado y pisado, a mediados de la década del sesenta del siglo pasado, cuando en nuestro país fueron eliminados todos los departamentos de auditoría y control de las entidades estatales bajo la falsa premisa de que “aquí todo el mundo es bueno, compañero y nadie roba”.
¡Increíble!, diríamos hoy, pero fue verdad, sucedió, y todavía arrastramos consecuencias de aquella subjetividad analfabeta.
Afortunadamente hace años se rectificó esa visión falsa de la realidad y ahora resta profundizar y llegar a comprender que no basta el declararse bueno y honrado, hay que parecerlo y demostrarlo en la práctica de todos los días, en Matanzas y en todo el país. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(TVY)(27/03/15)
Publicar un comentario