El tema del bloqueo (embargo) de Estados Unidos contra Cuba gana espacios en la prensa internacional, como nunca antes tuvo, a partir de la apertura de conversaciones entre ambos gobiernos con miras al posible restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Sucede en un ámbito de crecientes expectativas por parte de empresarios estadounidenses de hacer negocios con Cuba, pues se han dado cuenta de que se están perdiendo la gran oportunidad, y si no se apresuran llegarán demasiado tarde al convite abierto al capital foráneo para invertir en la Isla.
Aben que esta realidad la están aprovechando otros intereses comerciales y financieros de Eurasia, Canadá y la propia América Latina, no restringidos por las leyes que sustentan el genocida bloqueo, y afanados en impedir que el carácter extraterritorial de esa ilegalidad siga afectándolos.
Es vidente que la existencia y práctica del bloqueo durante más de 55 años ha afectado de múltiples maneras la vida y salud de varias generaciones de cubanos, pero no ha podido rendir al país, que sigue avanzando por la senda del socialismo, con ímpetus renovados hacia una sociedad de plena justicia y sustentabilidad.
En este contexto, grupos estadounidenses de presión económica hacen lobby en el Congreso bicameral de su país para acallar voces retrógradas y lograr que los proyectos de leyes contra el bloqueo lleguen al pleno parlamentario para discutirse.
En Estados Unidos existe consenso bipartidista capaz de suprimir el bloqueo con los votos parlamentarios. Se sabe que las leyes que sustentan esa permanente agresión contra Cuba ocasionan fuertes incrementos de precios para las importaciones desde la Isla, la pérdida de mercados para los productos cubanos, y la imposibilidad de desarrollar el turismo estadounidense, además de frenar el intercambio científico y de conocimiento.
Es ciencia admitida que el bloqueo no solo perjudica a Cuba, sino también a especialistas de otros países, incluidos los EEUU, dispuestos a intercambiar –sin prejuicios- conocimientos y avances con sus homólogos de la Isla.
Tampoco escapa a los analistas que en el tema de los derechos humanos, abierto en las conversaciones entre los funcionarios de ambas naciones, el boqueo aparece entre las principales prácticas antihumanas y genocidas que el gobierno norteño debe extinguir, como ha reconocido el propio presidente Barack Obama después que, durante décadas, el pleno de las Naciones Unidas, con el voto mayoritario de todos sus miembros, ha condenado repetidamente esa práctica ilegal y antihumana contra las familias cubanas, sin dudas una forma de genocidio que ha de cesar. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(19/03/15)
Sucede en un ámbito de crecientes expectativas por parte de empresarios estadounidenses de hacer negocios con Cuba, pues se han dado cuenta de que se están perdiendo la gran oportunidad, y si no se apresuran llegarán demasiado tarde al convite abierto al capital foráneo para invertir en la Isla.
Aben que esta realidad la están aprovechando otros intereses comerciales y financieros de Eurasia, Canadá y la propia América Latina, no restringidos por las leyes que sustentan el genocida bloqueo, y afanados en impedir que el carácter extraterritorial de esa ilegalidad siga afectándolos.
Es vidente que la existencia y práctica del bloqueo durante más de 55 años ha afectado de múltiples maneras la vida y salud de varias generaciones de cubanos, pero no ha podido rendir al país, que sigue avanzando por la senda del socialismo, con ímpetus renovados hacia una sociedad de plena justicia y sustentabilidad.
En este contexto, grupos estadounidenses de presión económica hacen lobby en el Congreso bicameral de su país para acallar voces retrógradas y lograr que los proyectos de leyes contra el bloqueo lleguen al pleno parlamentario para discutirse.
En Estados Unidos existe consenso bipartidista capaz de suprimir el bloqueo con los votos parlamentarios. Se sabe que las leyes que sustentan esa permanente agresión contra Cuba ocasionan fuertes incrementos de precios para las importaciones desde la Isla, la pérdida de mercados para los productos cubanos, y la imposibilidad de desarrollar el turismo estadounidense, además de frenar el intercambio científico y de conocimiento.
Es ciencia admitida que el bloqueo no solo perjudica a Cuba, sino también a especialistas de otros países, incluidos los EEUU, dispuestos a intercambiar –sin prejuicios- conocimientos y avances con sus homólogos de la Isla.
Tampoco escapa a los analistas que en el tema de los derechos humanos, abierto en las conversaciones entre los funcionarios de ambas naciones, el boqueo aparece entre las principales prácticas antihumanas y genocidas que el gobierno norteño debe extinguir, como ha reconocido el propio presidente Barack Obama después que, durante décadas, el pleno de las Naciones Unidas, con el voto mayoritario de todos sus miembros, ha condenado repetidamente esa práctica ilegal y antihumana contra las familias cubanas, sin dudas una forma de genocidio que ha de cesar. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(19/03/15)
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