Nemo, el Nautilus y Alberto (+ Fotos)

Sin la más mínima gota de incertidumbre o pesar, vio desmoronarse la casa familiar; es más, recogió pacientemente los escombros. Separó y catalogó la valiosa madera y, luego de fijar un cartel en el que anunciaba que estaba en venta, le hizo una mueca de burla al insinuante destino. En la noche, comenzó a bracear la inmensidad del océano que le separaba de sus dos hijas. Su casa, imaginada sobre una pequeña y apartada colina junto a la bahía, permanecía abandonada hasta que, en una de sus visitas, el salitre y el viento conminaron a Alberto a la complicidad con los fantasmas que desde siempre la habitaron. Ya estaba decidido, volvería sobre sus pasos y más apresuradamente, ahora, cuando se trataba de un camino que aplazó durante décadas. -“-No fue el periodo especial ni nada de eso, ni tan siquiera convertirme en jubilado o que se cayese la casa, lo que me impulsó a esto”, añade mientras a la par de invitarme a una tasa de café, me impone recorrer su colección de aviones, estaciones orbitales y navíos. Chasquea la lengua al tiempo que explica: “navíos, es muy genérico. Estamos hablando de carabelas, bergantines, goletas, fragatas, galeones… ” En un amago más de ilusionista que de modelista naval, alza sobre su cabeza la estructura de una embarcación y comenta: “Esta es la fragata The Constitution, el buque insignia de los norteños durante la guerra de Secesión y una verdadera joya de la ingeniería naval. Se consideraba indestructible y mire, usted, ya lo puedo reproducir porque luego de varios meses, quizás un año, lo llevé a un plano, con todos los cálculos necesarios. Ahora la construyo en madera y a una escala superior a la que mi padre me compró por apenas un peso y pico.” Alberto hace una pausa bien pronunciada, sin dudas teatral y continúa: ¿Mi obra maestra? ¿A que no adivinas? ¿A ver qué pensaras si mencionase, por ejemplo al profesor Aronnax y su acompañante Conseil , al arponero Ned Land, o mejor; al capitán Nemo, que en latín significa, nadie?... EL NAUTILUS, claro. “Ese fue un sueño de juventud, encendido por las lecturas de Verne y Salgari y ahora agradezco tener 70 años con buena salud para haberlo podido modelar. Son muchos cálculos que uno, a pesar de tener una memoria fotográfica y ser dibujante, tiene que acometer para dibujarlo detalladamente en un plano y luego, pacientemente; construirlo según las leyes de la ingeniería naval. Fíjate que tanto me apasionó que lo terminé en apenas dos años.” Ahora comprendo por qué Alberto Ascuy atesora con particular celo el Nautilus. Y dedica mañanas y tardes a otros proyectos, a la restauración de viejas naves, como también a la construcción de escudos nacionales y deportivos. Estoy convencido que noche tras noche, con la complicidad de Nemo, emprenden un viaje submarino hasta emerger en las playas del mediterráneo. Allí, aguardará por sus nietos y con suerte, un día, podrá develarles el tesoro que empacado, catalogado celosamente y engrosado, año tras año; ha intitulado: Modelismo naval.(Por: José Miguel Solís)









Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente