Respeta para que te respeten

El respeto es una norma básica para la convivencia y las relaciones sociales. Es algo que se aprende en el hogar y que la escuela debe reforzar en todos los niveles. Sin embargo, resulta innegable que en los últimos tiempos se han invertido los papeles y la falta de respeto, los malos tratos y la pérdida de modales se han generalizado, sobre todo entre los más jóvenes.
El respeto se concibe como la capacidad de comprender y aceptar la originalidad e individualidad del otro. Es, por definición, la consideración de que alguien, o incluso algo, tiene un valor por sí mismo. Sin embargo, es innegable que la falta de respeto, los malos tratos y la pérdida de modales se ha generalizado en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes.
Es válido aclarar que no se trata de una actitud exclusiva de los jóvenes. No podemos ignorar que también abundan los adultos que faltan el respeto a otros por considerarlos menos capaces, inexpertos o por el simple hecho de ser más jóvenes.
Algunos factores como la falta de comunicación, el entorno social, las relaciones problemáticas en el hogar y una deficiente formación desde las escuelas contribuyen a generalizar el problema. Cada vez los espacios de diálogo son más escasos y menos profundos y eso gracias a las influencias de  la modernidad.
Adultos, profesores y padres son figuras de orden y jerarquía presentes en el entorno diario a los que hay que respetar, no sólo por su "cargo" si no por su simple condición de personas. Y esto es algo que los jóvenes olvidan con demasiada frecuencia.
El respeto no es solo una cuestión de justicia: dar a cada quien lo que le corresponde. Es además, una forma de manifestar que sabemos ubicarnos dónde estamos y con quién estamos. Y eso se aprende en el hogar, con unos padres respetuosos y preocupados por enseñar.
El respeto es recíproco, por lo que todos, jóvenes y adultos hemos de reabrir la comunicación, los espacios de diálogo y tomar conciencia del otro como una persona que es diferente e igual a la vez. Sólo así rescataremos esta condición primordial para mantener relaciones más sanas y una vida más digna.
(Por: Eliane Táboas Merino. 31/1/2015)

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