Comenzaron las sesiones en el Congreso estadounidense y con ellas el lado obscuro de la Fuerza, alimentado de odio y obstinado en mantener la decrépita prepotencia fallida durante más de 50 años contra la voluntad de resistencia de los cubanos, desenvaina sus melladas tácticas y armas de chantaje para intentar que fracase la nueva política anunciada por el presidente Barack Obama, sobre bases pragmáticas pero realistas, de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba.
El mandatario estadounidense ha expresado la intención de acabar con el fallido intento de rendir a los cubanos y realizar aperturas de carácter económico, comercial, financiero y de acercamientos socioculturales, mutuamente ventajosos para Estados Unidos y Cuba.
Para instrumentar esas intenciones, el Ejecutivo estadounidense dispone de suficientes facultades, al margen del Bloqueo (embargo) anticubano vigente, cuya supresión depende de decisiones del Congreso bipartidista en Estados Unidos.
Desde el lado obscuro de la Fuerza, un tal Marco Rubio, senador floridano, vocero de la más rancia reacción anticubana, aprovecha para pavonear sus pretensiones presidenciales y en conferencia de prensa desde Miami infunde temor subliminal sobre los posibles cortes presupuestales a la industria de la Contrarrevolución, lo que afectaría a quienes durante más de 50 años han vivido, y siguen viviendo, de las decenas de millones de dólares entregados cada año por el Gobierno de turno en Estados Unidos a mafiosos y terroristas.
Esos elementos ahora ven en peligro las dádivas que reciben a costa de los contribuyentes estadounidenses, junto a la probable extinción de la llamada Ley de Ajuste cubano, que estimula la emigración ilegal desde Cuba, abriendo puertas de residencia privilegiada a quienes logren la proeza de llegar a tierras norteñas con los pies secos…
El temor cacareado ante la prensa por parte del señor Rubio es que Cuba no haga concesiones de dignidad y soberanía, a cambio de las relaciones con Estados Unidos.
En realidad ese temor ha sido despejado con claridad por el presidente Raúl Castro en su alocución del 17 de diciembre último, cuando reiteró lo que siempre ha afirmado el gobierno de nuestro país: el diálogo con Estados Unidos está basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)(12/01/15)
El mandatario estadounidense ha expresado la intención de acabar con el fallido intento de rendir a los cubanos y realizar aperturas de carácter económico, comercial, financiero y de acercamientos socioculturales, mutuamente ventajosos para Estados Unidos y Cuba.
Para instrumentar esas intenciones, el Ejecutivo estadounidense dispone de suficientes facultades, al margen del Bloqueo (embargo) anticubano vigente, cuya supresión depende de decisiones del Congreso bipartidista en Estados Unidos.
Desde el lado obscuro de la Fuerza, un tal Marco Rubio, senador floridano, vocero de la más rancia reacción anticubana, aprovecha para pavonear sus pretensiones presidenciales y en conferencia de prensa desde Miami infunde temor subliminal sobre los posibles cortes presupuestales a la industria de la Contrarrevolución, lo que afectaría a quienes durante más de 50 años han vivido, y siguen viviendo, de las decenas de millones de dólares entregados cada año por el Gobierno de turno en Estados Unidos a mafiosos y terroristas.
Esos elementos ahora ven en peligro las dádivas que reciben a costa de los contribuyentes estadounidenses, junto a la probable extinción de la llamada Ley de Ajuste cubano, que estimula la emigración ilegal desde Cuba, abriendo puertas de residencia privilegiada a quienes logren la proeza de llegar a tierras norteñas con los pies secos…
El temor cacareado ante la prensa por parte del señor Rubio es que Cuba no haga concesiones de dignidad y soberanía, a cambio de las relaciones con Estados Unidos.
En realidad ese temor ha sido despejado con claridad por el presidente Raúl Castro en su alocución del 17 de diciembre último, cuando reiteró lo que siempre ha afirmado el gobierno de nuestro país: el diálogo con Estados Unidos está basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)(12/01/15)
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