Las nuevas vías abiertas para el acercamiento entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos en busca de suprimir algunas barreras económicas, comerciales y migratorias, e imprimir una dinámica más racional a conversaciones diplomáticas, que abran vías a la supresión del bloqueo económico, comercial y financiero que persiste, no hacen olvidar que la Revolución Cubana debe profunda gratitud a los pueblos, partidos y gobiernos, y a todos de quienes ha recibido invariable y permanente solidaridad, y deberá seguir orientando su política exterior sobre bases inamovibles de fidelidad a sus principios.
Es este también un tema de actualidad, inseparable del acercamiento abierto por los gobiernos de Washington y La Habana, porque las siempre presentes fuerzas opositoras a la Revolución Cubana, dentro de Estados Unidos, beneficiarias de la Industria de la Contrarrevolución y protectoras de los extremistas y terroristas de origen cubano, que siguen albergados en el sur de la Florida, no pierden tiempo en difundir falsas expectativas, cacareando que uno de los requisitos políticos para admitir la cercanía con Cuba deberá ser que esta deje de solidarizarse con gobiernos del área con los cuales Estados Unidos mantiene diferencias políticas y económicas, y abra puertas a la hojarasca de la quinta columna asalariada.
No es especulación, pues en el Congreso bicameral de mayoría Republicana, formalmente opuesta a las iniciativas de Obama, ya se alzan voces chantajistas, amenazando al Ejecutivo en suprimir los fondos del prepuesto que necesitará el Departamento de Seguridad Nacional a partir del 27 de febrero, si el Gobierno no establece exigencias puntuales para que Cuba deje obrar libremente a la llamada “disidencia interna”, en realidad grupo de individuos cuyos vínculos con el Plan estadounidense de desestabilización en la Isla se conocen a través del pago monetario que reciben por sus ridículos intentos callejeros de armar revueltas, ineficaces por falta de credibilidad y del rechazo mayoritario de los cubanos dignos, quienes, a pesar de sufrir escaseces y los efectos multilaterales del bloqueo, siguen respaldo a la Revolución y a su política de amplia justicia social.
En cualquier circunstancia, Cuba no olvida la solidaridad y la fidelidad. (Por: Roberto Pérez Betancourt)
Es este también un tema de actualidad, inseparable del acercamiento abierto por los gobiernos de Washington y La Habana, porque las siempre presentes fuerzas opositoras a la Revolución Cubana, dentro de Estados Unidos, beneficiarias de la Industria de la Contrarrevolución y protectoras de los extremistas y terroristas de origen cubano, que siguen albergados en el sur de la Florida, no pierden tiempo en difundir falsas expectativas, cacareando que uno de los requisitos políticos para admitir la cercanía con Cuba deberá ser que esta deje de solidarizarse con gobiernos del área con los cuales Estados Unidos mantiene diferencias políticas y económicas, y abra puertas a la hojarasca de la quinta columna asalariada.
No es especulación, pues en el Congreso bicameral de mayoría Republicana, formalmente opuesta a las iniciativas de Obama, ya se alzan voces chantajistas, amenazando al Ejecutivo en suprimir los fondos del prepuesto que necesitará el Departamento de Seguridad Nacional a partir del 27 de febrero, si el Gobierno no establece exigencias puntuales para que Cuba deje obrar libremente a la llamada “disidencia interna”, en realidad grupo de individuos cuyos vínculos con el Plan estadounidense de desestabilización en la Isla se conocen a través del pago monetario que reciben por sus ridículos intentos callejeros de armar revueltas, ineficaces por falta de credibilidad y del rechazo mayoritario de los cubanos dignos, quienes, a pesar de sufrir escaseces y los efectos multilaterales del bloqueo, siguen respaldo a la Revolución y a su política de amplia justicia social.
En cualquier circunstancia, Cuba no olvida la solidaridad y la fidelidad. (Por: Roberto Pérez Betancourt)
Publicar un comentario