En la Escuela Pedagógica René Fraga Moreno de Matanzas, el amor por el magisterio constituye un principio que diariamente se transmite a nuestros futuros maestros.
El hecho de estar frente a un aula y contribuir con mi trabajo en la forja de nuevos educadores me incita a prepararme cada vez más. Me obliga, ante todo, a buscar métodos y herramientas que los instruyan para el ejercicio de la profesión, expresa la maestra Elianna Sarraf Zerquera.
Mientras esta joven profesora habla, Olga Cabrera Monet rememora aquellos años en los que dejó atrás a su familia y en especial a su pequeño hijo, para llevar su experiencia a tierras lejanas.
Desde 1994 y hasta 1996 tuve la oportunidad de cumplir misión internacionalista en la República de Botsuana, en África. Lo más difícil fue no estar al lado de mi pequeño y perderme sus primeros trazos. Unido a ello las barreras del idioma y la idiosincrasia, totalmente distinta a la nuestra. Allí se me presentaron situaciones muy tristes porque había niños con enfermedades como el VIH/sida, una vivencia que te marca para siempre, confiesa Olga.
En mis 25 años de maestra el mayor regalo es caminar por las calles y ver a mis estudiantes, ya hombres y mujeres, convertidos en médicos, ingenieros, hay algunos que siguieron mis pasos, explica mientras en su mirada se dibuja una sonrisa.
El hecho de estar frente a un aula y contribuir con mi trabajo en la forja de nuevos educadores me incita a prepararme cada vez más. Me obliga, ante todo, a buscar métodos y herramientas que los instruyan para el ejercicio de la profesión, expresa la maestra Elianna Sarraf Zerquera.
Mientras esta joven profesora habla, Olga Cabrera Monet rememora aquellos años en los que dejó atrás a su familia y en especial a su pequeño hijo, para llevar su experiencia a tierras lejanas.
Desde 1994 y hasta 1996 tuve la oportunidad de cumplir misión internacionalista en la República de Botsuana, en África. Lo más difícil fue no estar al lado de mi pequeño y perderme sus primeros trazos. Unido a ello las barreras del idioma y la idiosincrasia, totalmente distinta a la nuestra. Allí se me presentaron situaciones muy tristes porque había niños con enfermedades como el VIH/sida, una vivencia que te marca para siempre, confiesa Olga.
En mis 25 años de maestra el mayor regalo es caminar por las calles y ver a mis estudiantes, ya hombres y mujeres, convertidos en médicos, ingenieros, hay algunos que siguieron mis pasos, explica mientras en su mirada se dibuja una sonrisa.
El mañana…
La familia es la primera escuela del hombre, pero nosotros jugamos un papel importante porque desde la primaria los preparamos para la vida. Educar a un niño no es enseñarle algo que no sabía, es hacer de él, alguien que no existía, señaló Eliette María Landín González, estudiante de la Escuela Pedagógica René Fraga Moreno, quien reconoce que el magisterio, simboliza una obra de infinita entrega.
La educación desarrolla intelecto y habilidades en cada persona y es la semilla de una sociedad que renace en la labor del hombre y lo sitúa al nivel de su tiempo. (Por Gemma Carballo)
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