En el Día Mundial de los Derechos Humanos: Paradojas y desnudeces

La conmemoración este 10 de diciembre del Día Internacional de los Derechos Humanos, sobre la base de la Declaración Universal aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1948, sigue evidenciando realidades,
paradojas y desnudeces dignas de ser observadas para aprender y sacar
conclusiones propias, sin que nadie se meta en su cabeza para persuadirlo de que  Superratón es  campeón universal de  derechos ratoniles y la Caperucita roja es una feminista endemoniada porque se comió al lobo feroz inspirada en la rebelión de los Siete enanitos contra la revolución de Blanca Nieves.
Retornemos a la realidad: Son 30 artículos  contentivos, en síntesis, de
principios éticos  y libertades individuales fundamentales de las personas y la
vida en sociedad,  que han de ser  respetados por  estados y gobiernos.
Los dos pilares básicos de esa Declaración universal de Derechos Humanos son  libertad e igualdad sin exclusiones.
Pero desde su proclamación y aceptación vinculante,  esos textos han sido
objeto de manipulación por quienes ejercen el verdadero poder  en naciones como la estadounidense, sin dudas la más poderosa, armada y conspiradora  que ha conocido la humanidad, practicante contemporánea de doble moral antiterrorista por obra y gracia de sucesos muy conocidos por quienes los padecen, y  ocultados por la gran prensa servil, pero  de los que los gobernantes norteamericanos no pueden evadir responsabilidad, como la de amparar a vulgares criminales en el sur de la Florida, de nombres tan publicitados como Luis Posada Carriles, y mantener aun encarcelados o retener a  los cubanos Gerardo Hernández,  Ramón Labañino y Antonio Guerrero  por  supuestos delitos de denunciar precisamente los planes terroristas de las organizaciones  que en suelo norteamericano siguen disfrutando del beatífico privilegio de ejercer el mal autorizadas bajo amparo estatal, aberración que ha de pasar a la historia del siglo XXI como despreciable práctica de prevaricación y cohecho.
Sucede, además, en esta conmemoración de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, que las instituciones estatales norteamericanas se  siguen arrogando la facultad de pretender calificar, juzgar y sancionar a  naciones que no se pliegan a sus intereses hegemónicos para falsamente tildarlas de violadoras de los derechos humanos,  imponerles sanciones,  y hasta invadirlas y masacrar a sus ciudadanos.
Ejemplo  de ese genocidio  son Iraq, Afganistán,  Libia y Siria. En consecuencia de esas acciones son las ciudades arrasadas, el petróleo saqueado, los cientos de millares de hombres mujeres, niños y ancianos aplastados, quemados, destrozados, humillados, violados, escupidos, golpeados y reducidos a la condición de gusanos por parte de la potencia mundial que les niega el más mínimo de sus derechos humanos: existir.
Ejemplos actuales de variadas acciones agresivas   son Cuba, Venezuela,
Bolivia, Ecuador y Nicaragua, entre otras naciones que luchan por la plena
justicia social sin admitir injerencias foráneas, a las que les niegan la
potestad soberana de construir sus propias sociedades, deshacerse del hambre, el analfabetismo, la explotación, la humillación y la colonización y ejercer sus derechos originarios, primitivos, naturales, humanos en fin.
Ejemplo también es Honduras, donde los militares, disfrazados de halcones negros y supermanes enviados en misiones ocultas a la luz pública, sacaron a un presidente constitucional de su casa, lo montaron en un avión y lo mandaron a volar, mientras por sus santos bemoles cumplían ocultas, disfrazadas y hasta risibles orientaciones de hegemónicos personeros vestidos con ropajes de goriletis, mientras en la Casa Blanca la dama ejecutiva se hacía de la vista gorda en tiempos de WikiLeaks.
Pero hoy, en  Internet globalizada, la información, por obra y gracias de artes y mañas aún sin descifrar del todo, afloran mentiras, enderezan dobleces  y la gente asiste, admirada, al espectáculo en tiempo verídico de la ficción convertida en realidad.
No existe una sola nación en este Planeta sobre la cual EE.UU. no haya
ejercido y siga ejerciendo su monitoreo injerencista como parte de la gran
conspiración  para seguir regenteando a su antojo, sin hablar de los dólares que navegan haciendo agua por los bolsillos del mundo.
La gran paradoja es que Estados Unidos se  desnuda con sus propias  mentiras como arquetipo de inmoralidad. Su sistema de gobierno  ha sido incapaz de garantizar asistencia  médica, educacional y sobrevivencia a decenas de millones de sus propios ciudadanos.

Frente a esa realidad, modestamente, Cuba se precia en este día de ser 
paradigma reconocido por las propias Naciones Unidades en la observancia  de los derechos humanos, no como expresión retórica, sino a través de datos comprobados de  instrucción escolar,  atención medica, preservación de  calidad de vida de niños y ancianos, acceso pleno de su población  a la cultura, la educación y el deporte, sin exclusiones de género, etnias y regiones, realidades de las que está muy lejos Estados Unidos, cuya práctica innoble de bloquear a Cuba por más de 50 años lo descalifica absolutamente en términos de derechos humanos universales.

No importa que la prensa tarifada, la gran prensa, la de Internet y la de
soporte de papel, la radial y televisada, toda esa prensa, siga magnificando
ridiculeces de tarifados agentes internos del anexionismo.
Son realidades, paradojas y desnudeces que ocultan deliberadamente  la gran
prensa al servicio de la oligarquía imperial. Pero  cada vez más se tornan
visibles para las naciones  empeñadas en avanzar por la senda de integración y pleno respeto a la vida del ser humano  y a sus derechos todos.
Ahí están los enunciados de la Declaración de Derechos Humanos. Tan verídicos como ellos es que la mentira tiene piernas cortas y más pronto se alcanza a un mentiroso que a un cojo. Por sus obras los conoceréis, reza un añejo panfleto bíblico. La humanidad sigue adelante. Salvar a la especie es hoy reto para la propia existencia. Para lograrlo es menester atrapar a los mentirosos y pegarlos en una web.(Por: Roberto Pérez Betancourt)(Actualizado en 10/12/14)





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