Transitar por la avenida Brasil no resulta ficción. Muchos lo hacen a diario, por ser una de las arterias más importantes de Río de Janeiro,inaugurada en 1946 y nexo entre 27 barrios, desde la zona portuaria hacia el norte de la ciudad. Sin embargo, si se dirigen a El Divino no podrán encontrarlo, por ser imaginario, concebido exclusivamente para recrear la telenovela que adoptó el nombre de esa fabulosa vía.
La vía que dio nombre a la obra de ficción La obra ha sido la más exitosa entre las producidas en el gigante sudamericano. Algunos datos dan fe de la aseveración: allí, unos 80 millones de personas, incluyendo a la presidenta Dilma Rousseff, vieron el capítulo final, por lo que se granjeó el mérito de programa de mayor audiencia de 2012; hasta ahora, 125 países han comprado los derechos de emisión. Se ha doblado a 19 idiomas. También figura entre las producciones más caras: 91 millones de dólares.
Para los expertos, este fenómeno de audiencia obedece a que muestra la transformación de la vida de personajes que se mueven contemporáneamente, entre 1999 y 2012, y esencialmente el ascenso económico de la clase C, como han dado en llamarla. Una periodista del diario brasileño Globo la consideraba “una teleserie que no ocurre en Copacabana ni en sitios de clase alta. Ocurre en los suburbios y tiene locaciones más reales. Se conecta más con la vida cotidiana”. Otra opinión destacaba que, mientras la mayoría de los ejemplos del género ubica a sus héroes en los mundos inalcanzables de la alta sociedad, esta exhibe un ámbito menos mistificado. Enseña los suburbios al norte, donde reside esta capa social emergente, con su rutina de vida. Algunos de sus personajes fueron diseñados con ese corte, como Tifón (Murilo Benicio), un futbolista que concluyó su etapa como deportista, ganó mucho dinero, pero construye su mansión en el lugar donde nació. O Monalisa (Heloísa Perissé), quien también creció como empresaria de peluquería, se muda a Ipanema (playa de la zona sur, donde viven los más pudientes), pero no le gusta, porque la gente no es tan buena ni simpática como la de El Divino. Recordemos que buena parte de la población brasileña, particularmente los más pobres, vive un proceso de ascenso social y económico, particularmente a partir de la aplicación de las políticas sociales que Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) promovió desde que llegó al Gobierno y que continúa su sucesora, Dilma Rousseff, que ya han sacado a más de 40 millones de personas de la pobreza. Según Marcelo Neri, especialista del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, por sus siglas en portugués), en el libro La nueva clase media, entre 2003 y 2011 cerca de 39.6 millones de personas pasaron a engrosar la clase C (media baja) en Brasil, que sumó 55.05 por ciento de la población total, de casi 195 millones.
El guionista contó que quiso retratar el suburbio. “Me pareció que era importante, que sería interesante”. Sin embargo, en artículo titulado La avenida de la venganza fatigosa, publicado en Juventud Rebelde, Joel del Río estimó que quedó por debajo de las expectativas creadas. “... pudiéramos estar en presencia de un nuevo tipo de telenovela que renuncie flagrantemente a la educación ética y sentimental del público en tanto se embellece, se tolera y se aceptan el rencor, la deslealtad, la vileza y el delito, mientras se presenta cierto estereotipo del suburbano carioca, devorador de arroz con frijoles, tomador de cerveza, aficionado al chisme y la irreverencia, ruidoso, parlanchín y mal educado”.
¿Habrá final feliz?
Conforme al conocido crítico cubano, “la villana absoluta está beneficiada por los desbordes de sobreactuación suministrados en cada capítulo por Adriana Esteves, quien ha sabido moldear una de las mejores malvadas de la telenovela brasileña, junto con Gloria Pires en Vale todo (1988), Renata Sorrah en Señora del destino (2004) y Patricia Pillar en La favorita (2008). Pero hablando del personaje, ya no de la actriz, es preciso decir que creerse las patrañas y fingimientos constantes de este monstruo requiere, en primer lugar, de un público postrado intelectualmente, incapaz de aplicarle a la trama la lógica más elemental”.
Y añadía que: “respecto a la sobrestimada crítica social presente en Avenida Brasil, solo puedo decir que la serie se atreve a mofarse de un proceso de ascenso social que sus predecesoras idealizaban. Aquí los pobres también se vuelven ricos, y ascienden en la escala, pero los que eran malos, siguen siendo malos, incluso empeoran con el espantoso barniz dorado que le aplican a sus máculas. Es cierto que los héroes y sus oponentes son todos gente de pueblo, y se abandonan las tradicionales playas de Copacabana o Ipanema para mostrar la vida en los barrios humildes o periféricos (…) Pero todo ello no me basta para explicarme el éxito, porque el suburbio se presenta en los mismos términos de grosería y pintoresquismo en que lo presentaban otras telenovelas”.
Sin el ánimo de hacer una encuesta exhaustiva, pregunté a un grupo de personas que siguen esta telenovela y más de la mitad me respondieron que no les ha agradado tanto como anteriores puestas. Interesante, la opinión de una señora en el sentido de que el sentimiento vengativo, fundamental en la novela televisual y defendido por la protagonista, no es precisamente un argumento ilustrativo, sino un asunto que conlleva a la violencia. No es para que la estrella de los episodios lleve ese mensaje, sentenció la entrevistada.
Señuelos irresistibles
Tras “bambalinas”, muchas cosas suceden en estas telenovelas, y entre los cotilleos de la que actualmente pasa por la pantalla cubana se destaca que la hija de Falabella –Rita o Nina- se llama realmente Nina y por eso el nombre del personaje. En medio de esta producción dramática se dio un amor real: los actores Murilo Benicio y Débora Falabella formaron pareja. Por cierto, la hija de Débora Falabella no lo es de Benicio, sino de su esposo, de quien estaba separada.
La actriz Adriana Esteves, intérprete del personaje de Carminha, se fanatizó tanto con la novela, que la grabó siempre para llegar a su casa y verla como una televidente más. Los galanes Bruno Gissoni (Irán, hijo de Monalisa) y Thiago Martins (Leandro) fueron jugadores de fútbol con anterioridad. La banda musical de los dos discos editados incluye a artistas populares en toda Latinoamérica, como Rita Lee, Michel Telo y Marisa Monte. Mientras que Adele canta el tema de los protagonistas en la versión internacional. Avenida Brasil se grabó en Projac, o Proyecto Jacarepaguá, el principal centro de producción de televisión de la cadena Globo, una miniciudad, la más grande que se ha construido para estos fines en el subcontinente.
Projac se inauguró en 1995. El canal graba en sus terrenos cuatro telenovelas simultáneamente. Ahí se construyó el vertedero donde la Nina de Avenida Brasil es abandonada y al que vuelve años después.
Las otras dimensiones
Más que la sed de venganza, para mí lo más dramático resulta la historia del tiradero, aunque sea obra escenográfica. Diversas entrevistas de la prensa brasileña informan que este basurero ficticio se limpió antes de ser usado y ocupa un área de 13 mil metros cuadrados al aire libre. La base del escenario es hecha de todo tipo de escombros de obras. Por encima se pusieron varias clases de materiales viejos, como paños y bolsas. Para dar más veracidad a lo que se ve en la pantalla, y entran en escena detalles como juguetes antiguos envejecidos. El escenógrafo, Alexandre Gomes, explicó que dentro del muladar no hay nada orgánico, para no contaminar el ambiente ni atraer animales, alimañas. Los objetos que componen el área no fueron lanzados ahí aleatoriamente. Las cosas cortantes y los tornillos pasaron por una buena higienización. Por más que parezcan viejas, todas las prendas fueron confeccionadas manualmente por artistas que trabajan con desechos reciclados.
Es una pena que la situación en la vida real sea brutal y sin esa asepsia.
Desgraciadamente, este tipo de actividad de recolectar los residuos reutilizables para distintas operaciones industriales lo realizan en muchas artes del mundo personas que tienen el estigma de la pobreza sobre sus hombros. Las noticias en diversos confines han traído a la luz hechos realmente sombríos y lamentables, como el sucedido en Paraguay, donde una pequeña de 10 años de edad murió aplastada por una maquinaria pesada mientras buscaba desperdicios reciclables en un vertedero en las afueras de Asunción.
En este planeta, desgraciadamente, proliferan los lodazales de la pobreza, donde abunda el trabajo infantil. Y no era la única que en el momento de la tragedia se dedicaba a la labor, denunciada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) entre las más peligrosas para la niñez. Si nos enfocamos en Asia -al igual que en África Subsahariana-, según diversas fuentes, veremos que allí trabajan alrededor de 65 millones de niños, con las tasas más elevadas de los que desempeñan trabajos peligrosos. Esto tipifica la pobreza extrema de vastas poblaciones en el orbe, fruto de la riqueza mal repartida que ahonda las brechas sociales.
Pero volvamos al carril de la Avenida Brasil, en tránsito por sus 179 capítulos, presentando un último detalle pintoresco. Algunos enterados comentan que la cadena Globo se aseguró de evitar que se filtrara el culpable del asesinato de Max, grabando cinco desenlaces con cinco culpables distintos, y además reuniendo (¿encerrando?) a todos los actores y camarógrafos en una cena ese día, para que no se fueran de lengua. ¿Cuál se exhibirá en Cuba, en caso de que sea seguro lo de los diversos finales?
De momento, nos queda todavía un buen tramo por recorrer. Si disfruta usted o no su travesía, eso será a elección personal. (Tomado de Bohemia, por Marta G. Sojo)(03/06/14)
La vía que dio nombre a la obra de ficción La obra ha sido la más exitosa entre las producidas en el gigante sudamericano. Algunos datos dan fe de la aseveración: allí, unos 80 millones de personas, incluyendo a la presidenta Dilma Rousseff, vieron el capítulo final, por lo que se granjeó el mérito de programa de mayor audiencia de 2012; hasta ahora, 125 países han comprado los derechos de emisión. Se ha doblado a 19 idiomas. También figura entre las producciones más caras: 91 millones de dólares.
Para los expertos, este fenómeno de audiencia obedece a que muestra la transformación de la vida de personajes que se mueven contemporáneamente, entre 1999 y 2012, y esencialmente el ascenso económico de la clase C, como han dado en llamarla. Una periodista del diario brasileño Globo la consideraba “una teleserie que no ocurre en Copacabana ni en sitios de clase alta. Ocurre en los suburbios y tiene locaciones más reales. Se conecta más con la vida cotidiana”. Otra opinión destacaba que, mientras la mayoría de los ejemplos del género ubica a sus héroes en los mundos inalcanzables de la alta sociedad, esta exhibe un ámbito menos mistificado. Enseña los suburbios al norte, donde reside esta capa social emergente, con su rutina de vida. Algunos de sus personajes fueron diseñados con ese corte, como Tifón (Murilo Benicio), un futbolista que concluyó su etapa como deportista, ganó mucho dinero, pero construye su mansión en el lugar donde nació. O Monalisa (Heloísa Perissé), quien también creció como empresaria de peluquería, se muda a Ipanema (playa de la zona sur, donde viven los más pudientes), pero no le gusta, porque la gente no es tan buena ni simpática como la de El Divino. Recordemos que buena parte de la población brasileña, particularmente los más pobres, vive un proceso de ascenso social y económico, particularmente a partir de la aplicación de las políticas sociales que Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) promovió desde que llegó al Gobierno y que continúa su sucesora, Dilma Rousseff, que ya han sacado a más de 40 millones de personas de la pobreza. Según Marcelo Neri, especialista del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, por sus siglas en portugués), en el libro La nueva clase media, entre 2003 y 2011 cerca de 39.6 millones de personas pasaron a engrosar la clase C (media baja) en Brasil, que sumó 55.05 por ciento de la población total, de casi 195 millones.
El guionista contó que quiso retratar el suburbio. “Me pareció que era importante, que sería interesante”. Sin embargo, en artículo titulado La avenida de la venganza fatigosa, publicado en Juventud Rebelde, Joel del Río estimó que quedó por debajo de las expectativas creadas. “... pudiéramos estar en presencia de un nuevo tipo de telenovela que renuncie flagrantemente a la educación ética y sentimental del público en tanto se embellece, se tolera y se aceptan el rencor, la deslealtad, la vileza y el delito, mientras se presenta cierto estereotipo del suburbano carioca, devorador de arroz con frijoles, tomador de cerveza, aficionado al chisme y la irreverencia, ruidoso, parlanchín y mal educado”.
¿Habrá final feliz?
Conforme al conocido crítico cubano, “la villana absoluta está beneficiada por los desbordes de sobreactuación suministrados en cada capítulo por Adriana Esteves, quien ha sabido moldear una de las mejores malvadas de la telenovela brasileña, junto con Gloria Pires en Vale todo (1988), Renata Sorrah en Señora del destino (2004) y Patricia Pillar en La favorita (2008). Pero hablando del personaje, ya no de la actriz, es preciso decir que creerse las patrañas y fingimientos constantes de este monstruo requiere, en primer lugar, de un público postrado intelectualmente, incapaz de aplicarle a la trama la lógica más elemental”.
Y añadía que: “respecto a la sobrestimada crítica social presente en Avenida Brasil, solo puedo decir que la serie se atreve a mofarse de un proceso de ascenso social que sus predecesoras idealizaban. Aquí los pobres también se vuelven ricos, y ascienden en la escala, pero los que eran malos, siguen siendo malos, incluso empeoran con el espantoso barniz dorado que le aplican a sus máculas. Es cierto que los héroes y sus oponentes son todos gente de pueblo, y se abandonan las tradicionales playas de Copacabana o Ipanema para mostrar la vida en los barrios humildes o periféricos (…) Pero todo ello no me basta para explicarme el éxito, porque el suburbio se presenta en los mismos términos de grosería y pintoresquismo en que lo presentaban otras telenovelas”.
Sin el ánimo de hacer una encuesta exhaustiva, pregunté a un grupo de personas que siguen esta telenovela y más de la mitad me respondieron que no les ha agradado tanto como anteriores puestas. Interesante, la opinión de una señora en el sentido de que el sentimiento vengativo, fundamental en la novela televisual y defendido por la protagonista, no es precisamente un argumento ilustrativo, sino un asunto que conlleva a la violencia. No es para que la estrella de los episodios lleve ese mensaje, sentenció la entrevistada.
Señuelos irresistibles
Tras “bambalinas”, muchas cosas suceden en estas telenovelas, y entre los cotilleos de la que actualmente pasa por la pantalla cubana se destaca que la hija de Falabella –Rita o Nina- se llama realmente Nina y por eso el nombre del personaje. En medio de esta producción dramática se dio un amor real: los actores Murilo Benicio y Débora Falabella formaron pareja. Por cierto, la hija de Débora Falabella no lo es de Benicio, sino de su esposo, de quien estaba separada.
La actriz Adriana Esteves, intérprete del personaje de Carminha, se fanatizó tanto con la novela, que la grabó siempre para llegar a su casa y verla como una televidente más. Los galanes Bruno Gissoni (Irán, hijo de Monalisa) y Thiago Martins (Leandro) fueron jugadores de fútbol con anterioridad. La banda musical de los dos discos editados incluye a artistas populares en toda Latinoamérica, como Rita Lee, Michel Telo y Marisa Monte. Mientras que Adele canta el tema de los protagonistas en la versión internacional. Avenida Brasil se grabó en Projac, o Proyecto Jacarepaguá, el principal centro de producción de televisión de la cadena Globo, una miniciudad, la más grande que se ha construido para estos fines en el subcontinente.
Projac se inauguró en 1995. El canal graba en sus terrenos cuatro telenovelas simultáneamente. Ahí se construyó el vertedero donde la Nina de Avenida Brasil es abandonada y al que vuelve años después.
Las otras dimensiones
Más que la sed de venganza, para mí lo más dramático resulta la historia del tiradero, aunque sea obra escenográfica. Diversas entrevistas de la prensa brasileña informan que este basurero ficticio se limpió antes de ser usado y ocupa un área de 13 mil metros cuadrados al aire libre. La base del escenario es hecha de todo tipo de escombros de obras. Por encima se pusieron varias clases de materiales viejos, como paños y bolsas. Para dar más veracidad a lo que se ve en la pantalla, y entran en escena detalles como juguetes antiguos envejecidos. El escenógrafo, Alexandre Gomes, explicó que dentro del muladar no hay nada orgánico, para no contaminar el ambiente ni atraer animales, alimañas. Los objetos que componen el área no fueron lanzados ahí aleatoriamente. Las cosas cortantes y los tornillos pasaron por una buena higienización. Por más que parezcan viejas, todas las prendas fueron confeccionadas manualmente por artistas que trabajan con desechos reciclados.
Es una pena que la situación en la vida real sea brutal y sin esa asepsia.
Desgraciadamente, este tipo de actividad de recolectar los residuos reutilizables para distintas operaciones industriales lo realizan en muchas artes del mundo personas que tienen el estigma de la pobreza sobre sus hombros. Las noticias en diversos confines han traído a la luz hechos realmente sombríos y lamentables, como el sucedido en Paraguay, donde una pequeña de 10 años de edad murió aplastada por una maquinaria pesada mientras buscaba desperdicios reciclables en un vertedero en las afueras de Asunción.
En este planeta, desgraciadamente, proliferan los lodazales de la pobreza, donde abunda el trabajo infantil. Y no era la única que en el momento de la tragedia se dedicaba a la labor, denunciada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) entre las más peligrosas para la niñez. Si nos enfocamos en Asia -al igual que en África Subsahariana-, según diversas fuentes, veremos que allí trabajan alrededor de 65 millones de niños, con las tasas más elevadas de los que desempeñan trabajos peligrosos. Esto tipifica la pobreza extrema de vastas poblaciones en el orbe, fruto de la riqueza mal repartida que ahonda las brechas sociales.
Pero volvamos al carril de la Avenida Brasil, en tránsito por sus 179 capítulos, presentando un último detalle pintoresco. Algunos enterados comentan que la cadena Globo se aseguró de evitar que se filtrara el culpable del asesinato de Max, grabando cinco desenlaces con cinco culpables distintos, y además reuniendo (¿encerrando?) a todos los actores y camarógrafos en una cena ese día, para que no se fueran de lengua. ¿Cuál se exhibirá en Cuba, en caso de que sea seguro lo de los diversos finales?
De momento, nos queda todavía un buen tramo por recorrer. Si disfruta usted o no su travesía, eso será a elección personal. (Tomado de Bohemia, por Marta G. Sojo)(03/06/14)
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