En andar citadino me encuentro con Amado, antiguo profesor de ética, moral y cívica, quien insta a comentar sobre los valores que, afirma, se extravían cada día, se confunden , y hasta cambian sus significados, como se aprecia, por ejemplo, con el verbo luchar, que en jerga contemporánea ha dado en interpretarse como la disposición de ganarse la vida a toda costa, sin reparar en la legalidad o la moralidad de las acciones y procedimientos, lo que genera confusiones del lenguaje, afirma el profesor.
No debemos olvidar que el lenguaje se compone de palabras y estas son la envoltura material del pensamiento, por ende, las palabras expresan los conceptos que, según se interpreten, pueden guiar por la vida por senda correcta o extraviar aun más a los que andan como perdidos en la vorágine cotidiana.
Igual sucede con el vocablo honradez, que significa probidad, rectitud, integridad,
pero cuando le pregunto a cinco estudiantes de preuniversitario a la salida de la escuela, uno se encoje de hombros, el otro me dice que le suena a "teque" (retórica vacía de contenido); el tercero afirma que a él también, el cuarto opina que ya eso no se usa, y el quinto, como alumbrado por luz de sapiencia repentina, afirma que honradez es cuando el bodeguero no se roba las onzas de los mandados.
Coincido con el profesor, jubilado de modestísima pensión monetaria, pero orgulloso de todo lo que tenemos, según afirma, en que los tiempos difíciles no justifican el extravío de valores morales y éticos.
Concuerdo en la necesidad de rescatar la larga lista de palabras y conceptos éticos y morales que enuncian, obra de la escuela, de cada maestro, pero sobre todo tarea de cada familia, aunque, reconozcamos, a los familiares también habría que invitarlos a profundizar en aquellos consejos de abuelos antiguos, que con palabras sencillas nos decían que honradez era caminar por la calle con la frente en alto, y así, simplemente, ya sabíamos lo que significaba ser honrado.
(Por Roberto Pérez Betancourt)
No debemos olvidar que el lenguaje se compone de palabras y estas son la envoltura material del pensamiento, por ende, las palabras expresan los conceptos que, según se interpreten, pueden guiar por la vida por senda correcta o extraviar aun más a los que andan como perdidos en la vorágine cotidiana.
Igual sucede con el vocablo honradez, que significa probidad, rectitud, integridad,
pero cuando le pregunto a cinco estudiantes de preuniversitario a la salida de la escuela, uno se encoje de hombros, el otro me dice que le suena a "teque" (retórica vacía de contenido); el tercero afirma que a él también, el cuarto opina que ya eso no se usa, y el quinto, como alumbrado por luz de sapiencia repentina, afirma que honradez es cuando el bodeguero no se roba las onzas de los mandados.
Coincido con el profesor, jubilado de modestísima pensión monetaria, pero orgulloso de todo lo que tenemos, según afirma, en que los tiempos difíciles no justifican el extravío de valores morales y éticos.
Concuerdo en la necesidad de rescatar la larga lista de palabras y conceptos éticos y morales que enuncian, obra de la escuela, de cada maestro, pero sobre todo tarea de cada familia, aunque, reconozcamos, a los familiares también habría que invitarlos a profundizar en aquellos consejos de abuelos antiguos, que con palabras sencillas nos decían que honradez era caminar por la calle con la frente en alto, y así, simplemente, ya sabíamos lo que significaba ser honrado.
(Por Roberto Pérez Betancourt)
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