Cuando llevaba un año en el Periódico Ahora de Holguín, me dieron la tarea de acompañar a dos periodistas de La Habana, del Periódico Granma, que iban a realizar unos trabajos de diversos sectores.
Uno de esos periodistas era el cuasi deportista y ya excelente cronista, Rolando Pérez Betancourt. Yo además de llevarlos a distintos organismos, me sentaba al lado de Rolando porque me fascinaba cómo escribía.
Seguía sus crónicas que luego integraron el excelente libro Sucedió hace veinte años. Entonces, no pude suponer que sería un reconocido crítico del cine. Yo lo seguí leyendo hasta que comenzó su sección Crónica de espectador que luego fue el volumen Rollo crítico. No sé si antes publicó su primera novela Amor que regresa con un gran tema, el amor con la emigración de telón de fondo. Luego llegó La última mascarada de la cumbancha con los múltiples hechos que tuvieron por centro a la Embajada de Perú en 1980. La aguda mirada del periodista está en esa novela que devela como ningún otro documento, lo que sucedió entre los barrotes de la sede diplomática del país andino.
El otro día me confesó que tiene otras dos obras terminadas, pero Rolando es
meticuloso con su escritura y quizás demore un tiempo antes de que se lean esas piezas literarias.
Hago esta historia no televisiva porque es lo único que puede explicar la
concisión y altura de los comentarios de Rolando en cada análisis de La séptima puerta. Sólo un periodista acostumbrado a escribir una cuartilla o dos con una amplia cultura, puede desmontar desde diferentes ángulos filmes, a veces bien complejos, que se presentan todos los viernes por Cubavisión.
Este espacio de crítica cinematográfica con once años de existencia nació en el verano del 2003 y precisamente en dos épocas de vacaciones no ha estado en el aire porque según me dijo su guionista y conductor “mentes retrógradas adujeran que no querían muelas en el verano”.
Parece que este próximo periodo vacacional volverá a salir y Rolando dice
“siempre que salimos en el verano procuramos seguir poniendo buenos filmes, pero con un grado de aceptación más amplio; quienes deciden lo que se queda en el aire o se va, nunca se dieron cuenta de eso”.
Rolando me comenta “por el programa ha pasado lo mejor del cine iraní,
escandinavo, turco, de diferentes nacionalidades…. que se sustentan a partir de la calidad de la obra. Igualmente lo mejor del cine norteamericano, o filmes que se prestan al análisis. También hemos puesto verdaderos venenos para analizarlo, como 300, o, en este mismo año, El mayordomo.”
El reconocido especialista apunta que “durante años se ha luchado con el horario y mucha gente escribe, o me para en la calle para decir que ven el comentario pero no pueden quedarse con la película, que si se exhibe pasada las diez y media de la noche, porque termina al otro día.”
Se queja de la mala promoción, aunque apunta que ha mejorado en las últimas semanas y sostiene que “es discutible el programita “simpático” que han puesto los lunes, en la que el muchacho que anuncia se empeña más en hacerse el gracioso que en ponerle atención a lo que promueve, una nueva e ineficaz manera de no tomar en serio el cine”.
La séptima puerta tuvo como primer director a Radamé Pérez y la asesora fue
Lourdes Villa. Desde hace unos tres años, están Jimmy Sariol, como director, y
Julián Pérez de asesor.
Me cuenta Rolando que “durante siete u ocho años la presentación fue una burda puerta de madera, a la que a ratos había que darle una manito de pintura antes de empezar el programa, sin importar que saliera en horario y día estelar. Ahora se hace digital y por supuesto que pudieran hacerse muchas cosas más en aras de dinamizar el programa, aunque defiendo la opción de hablar y arrojar un poco de luces al espectador medianamente culto, que ese es uno de los objetivos del programa: complacer a una audiencia que sabe lo que está viendo y está oyendo, mientras a la vez se atrae a otro tipo de audiencia que puede así superar su nivel de apreciación.”
El crítico, narrador e industrialista (su gran defecto) mi amigo Rolando, dice
“hemos tenido audiencias altas, siempre que el programa ha salido a una hora
conveniente con filmes que, siendo buenos, son más para “todos los públicos”; no tengo la menor duda de que en las provincias se ve más debido a que las telenovelas que pone el canal 27 compiten fuertemente en La Habana”.
En lo personal tengo que agradecer a Rolando y el resto del equipo de La séptima puerta el haber disfrutado de excelentes filmes a lo largo de estos once años y además escuchar los provocadores comentarios (no siempre estoy de acuerdo) que me clavan al balance, como se dice en Holguín, hasta que termina el filme.
Espero que la promoción sea cada vez mejor y este verano tengamos séptima
puerta. (Tomado de La columna de Paquita, por Paquita Armas Fonseca, del Portal de la Televisión)(26/05/14)
Uno de esos periodistas era el cuasi deportista y ya excelente cronista, Rolando Pérez Betancourt. Yo además de llevarlos a distintos organismos, me sentaba al lado de Rolando porque me fascinaba cómo escribía.
Seguía sus crónicas que luego integraron el excelente libro Sucedió hace veinte años. Entonces, no pude suponer que sería un reconocido crítico del cine. Yo lo seguí leyendo hasta que comenzó su sección Crónica de espectador que luego fue el volumen Rollo crítico. No sé si antes publicó su primera novela Amor que regresa con un gran tema, el amor con la emigración de telón de fondo. Luego llegó La última mascarada de la cumbancha con los múltiples hechos que tuvieron por centro a la Embajada de Perú en 1980. La aguda mirada del periodista está en esa novela que devela como ningún otro documento, lo que sucedió entre los barrotes de la sede diplomática del país andino.
El otro día me confesó que tiene otras dos obras terminadas, pero Rolando es
meticuloso con su escritura y quizás demore un tiempo antes de que se lean esas piezas literarias.
Hago esta historia no televisiva porque es lo único que puede explicar la
concisión y altura de los comentarios de Rolando en cada análisis de La séptima puerta. Sólo un periodista acostumbrado a escribir una cuartilla o dos con una amplia cultura, puede desmontar desde diferentes ángulos filmes, a veces bien complejos, que se presentan todos los viernes por Cubavisión.
Este espacio de crítica cinematográfica con once años de existencia nació en el verano del 2003 y precisamente en dos épocas de vacaciones no ha estado en el aire porque según me dijo su guionista y conductor “mentes retrógradas adujeran que no querían muelas en el verano”.
Parece que este próximo periodo vacacional volverá a salir y Rolando dice
“siempre que salimos en el verano procuramos seguir poniendo buenos filmes, pero con un grado de aceptación más amplio; quienes deciden lo que se queda en el aire o se va, nunca se dieron cuenta de eso”.
Rolando me comenta “por el programa ha pasado lo mejor del cine iraní,
escandinavo, turco, de diferentes nacionalidades…. que se sustentan a partir de la calidad de la obra. Igualmente lo mejor del cine norteamericano, o filmes que se prestan al análisis. También hemos puesto verdaderos venenos para analizarlo, como 300, o, en este mismo año, El mayordomo.”
El reconocido especialista apunta que “durante años se ha luchado con el horario y mucha gente escribe, o me para en la calle para decir que ven el comentario pero no pueden quedarse con la película, que si se exhibe pasada las diez y media de la noche, porque termina al otro día.”
Se queja de la mala promoción, aunque apunta que ha mejorado en las últimas semanas y sostiene que “es discutible el programita “simpático” que han puesto los lunes, en la que el muchacho que anuncia se empeña más en hacerse el gracioso que en ponerle atención a lo que promueve, una nueva e ineficaz manera de no tomar en serio el cine”.
La séptima puerta tuvo como primer director a Radamé Pérez y la asesora fue
Lourdes Villa. Desde hace unos tres años, están Jimmy Sariol, como director, y
Julián Pérez de asesor.
Me cuenta Rolando que “durante siete u ocho años la presentación fue una burda puerta de madera, a la que a ratos había que darle una manito de pintura antes de empezar el programa, sin importar que saliera en horario y día estelar. Ahora se hace digital y por supuesto que pudieran hacerse muchas cosas más en aras de dinamizar el programa, aunque defiendo la opción de hablar y arrojar un poco de luces al espectador medianamente culto, que ese es uno de los objetivos del programa: complacer a una audiencia que sabe lo que está viendo y está oyendo, mientras a la vez se atrae a otro tipo de audiencia que puede así superar su nivel de apreciación.”
El crítico, narrador e industrialista (su gran defecto) mi amigo Rolando, dice
“hemos tenido audiencias altas, siempre que el programa ha salido a una hora
conveniente con filmes que, siendo buenos, son más para “todos los públicos”; no tengo la menor duda de que en las provincias se ve más debido a que las telenovelas que pone el canal 27 compiten fuertemente en La Habana”.
En lo personal tengo que agradecer a Rolando y el resto del equipo de La séptima puerta el haber disfrutado de excelentes filmes a lo largo de estos once años y además escuchar los provocadores comentarios (no siempre estoy de acuerdo) que me clavan al balance, como se dice en Holguín, hasta que termina el filme.
Espero que la promoción sea cada vez mejor y este verano tengamos séptima
puerta. (Tomado de La columna de Paquita, por Paquita Armas Fonseca, del Portal de la Televisión)(26/05/14)
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