Hablando en familia

La comunicación en el seno de la familia, cara a cara, es  vehículo idóneo para transmitir opiniones, deseos, expectativas, críticas y otras necesidades personales de expresión, que incumben al núcleo familiar y por extensión a las mutuas relaciones  de sus integrantes, y de cada uno de ellos con la sociedad. Es en familia donde los hijos pueden ser más receptivos, a partir del grado de afectividad con sus padres. Para explicarle a los más jóvenes los perjuicios de conductas impropias, y alertarlos sobre los daños de adquirir vicios tóxicos como drogas, tabaquismo, alcoholismo y otras prácticas nocivas, es fundamental un consejo escuchado de mamá y de papá, pues valdrá más que un montón de artículos en la prensa sobre este tema. Lo entenderemos mejor si partimos de la base de que se escucha y se interioriza lo escuchado cuando se desea, ya sea por interés personal o por respeto. Y es aquí cuando mamá y papa, abuelo y abuela, los hermanos y otras personas cercanas, pueden desempeñar el papel clave en la comunicación para persuadir, aconsejar, ejemplificar con anécdotas extraídas incluso del propio entorno familiar que conocen los muchachos.Esta comunicación también funciona a la inversa. Porque para que fluyan las ideas es importante decirlas, pero sobre todo saber escuchar, de manera que el diálogo sobre lo humano y lo divino entre los miembros de la familia puede actuar  más eficazmente que cualquier otra intención de llevar ideas desde afuera.
Pero, ojo, esto sirve para lo bueno y también para lo malo, de manera que  malos ejemplos de padres, madres y otros ascendientes sobre hijos y nietos, son calcados al pie de la letra y pueden convertirse en patrones de conducta inadecuada que reproducen desde indisciplinas sociales aprendidas, hasta  formas de delinquir. La familia es la célula fundamental, primaria y prolongada, idónea para  sedimentar  hábitos y principios positivos, y ética ciudadana. (Por: Roberto Pérez Betancourt)

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