Optimismo sin repique de campanas

Algunos indicadores macroeconómicos del primer semestre, próximo a concluir, dados a conocer en la más reciente reunión del Consejo de Ministros, indican que se cumplirá el pronóstico de crecimiento del cuatro por ciento hasta el cierre de junio, lo que pone  nota optimista en relación con períodos anteriores, en los que el ritmo de evolución fue muy inferior y no se alcanzaron los proyectos.
Esta realidad no debe  echar a repique las campanas,  porque se conoce que para un verdadero desarrollo económico  el país necesita alcanzar índices que rebasen el 10 por ciento de incremento del producto interno bruto, y esto se consigue con  inversiones  que rindan más frutos en ramas fundamentales de la industria básica y  manufacturera,  que permitan  elevar las  exportaciones de bienes y servicios.
Traducido  significa  seguir trabajando con eficacia e incrementar la eficiencia, sobre todo en ramas que disponen de potencial de materias primas, como la  agropecuaria y la agroindustria cañera,  que a escala nacional dio muestras  de recuperación este año y  se proyecta en línea ascendente, aunque Matanzas no alcanzó el plan de crudos previsto. 
Un tema de interés  para los consumidores es la inestabilidad observada durante el primer semestre en el abastecimiento de varios productos alimenticios en la red de tiendas en divisas.
Marino Murillo Jorge, titular de Economía y Planificación,   atribuye lo anterior al incumplimiento de determinadas producciones nacionales y de  importaciones para ese mercado interno, en surtidos como queso, pollo, embutidos, picadillos y salchicha, e informó  que  se   destinarán 40 millones de dólares para afrontar esa realidad.
No obstante,  la percepción que el consumidor tiene, al menos  en Matanzas, es que  son muchos más los productos deficitarios en la referida red comercial, mientras que  en el mercado agropecuario la oferta de carnes y otros renglones de alta demanda sigue deficitaria y a precios crecientes, que obviamente no bajarán si no se incrementa la producción para de verdad  sustituir importaciones que no se realizan.
Solo así se podrá satisfacer la demanda  solvente  de la población, así como  la del desarrollo del turismo y de redes gastronómicas particulares, las popularmente llamadas “paladares”,  que se abastecen en los mercados locales y pagan el precio que piden los especuladores. (Por:
Roberto Pérez Betancourt)(TVY)(26/06/15)

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