La Revolución Cubana cumple 56 años con optimismo renovado

El primero de enero de 1959, cuando el sol habanero arrastraba sus primeros destellos dorados en las aguas del malecón frente a la Embajada Norteamericana, el embajador míster Earl Smith se asomó detrás de un grueso vidrio y lo que vio  desde su altura lo horrorizó:  “La chusma ha tomado las calles”.
El dictador Fulgencio Batista había huido  junto a un selecto grupo de criminales, políticos corruptos y parte de su familia. En el aire ordenó rectificar el destino del avión. Poco después el dictador Leónidas Trujillo le daría la bienvenida en Santo Domingo y  le cobraría cada día a peso de oro.
Mientras, en la capital cubana se orquestaba un golpe militar auspiciado por Estados Unidos, vano intento de  evitar que las guerrillas triunfantes con Fidel Castro a la cabeza tomaran el poder. Esta vez el Tío Sam se quedaría con las ganas. Ni Smith  ni el presidente Eisenhower imaginaban los acontecimientos que vendrían.
 Desde la oriental ciudad de Palma Soriano, Fidel Castro llamaba a la huelga general, ordenaba  a sus tropas avanzar  hacia Santiago de Cuba y La Habana, exigía la rendición de las guarniciones y  reafirmaba: "Revolución sí, golpe militar no".
Poco después, al frente de la columna uno José Martí, Fidel entraba en la capital oriental donde pronunciaría  esa noche un histórico discurso. En las primeras horas de la tarde la soldadesca de Batista se había  rendido en  Santa Clara.
La victoria  revolucionaria sería irreversible. Tras un siglo de luchas con la participación de varias generaciones, legiones de mambises  de la mano de Fidel Castro entrarían triunfantes en cada una de las principales ciudades de Cuba para proclamar el triunfo de la libertad.
Los esbirros corrían su consigna del momento: “sálvese quien pueda”. Prepotentes, Earl Smith y sus jefes  aún confiaban en sus  “métodos de persuasión”. Pero se inquietaban cuando Fidel decía: “Este no es el final, apenas estamos comenzando”.
Juicios, condenas y ajusticiamiento de asesinos; Reforma Agraria, profunda y socialista; Alfabetización, Reforma Urbana, Confiscación de empresas norteamericanas, Nacionalización de la banca y del comercio exterior y Reforma educacional,  materializaron esa respuesta.
También la organización de Milicias Nacionales; Rechazo a la invasión mercenaria de Playa Girón auspiciada  por Estados Unidos, virilidad  a prueba en la Crisis de los mísiles, Justicia social total.  Sí, era solo el comienzo. Ante cada nueva agresión procedente de Estados Unidos, Fidel reiteraba: Más Revolución.
Este primero de enero se cumplen 56 años del histórico triunfo armado. Desde entonces prácticamente no ha transcurrido una sola jornada sin que el pueblo cubano no haya conocido de algún nuevo intento imperial para frenar su obra de infinito amor.
En eso anda aun, enfrentando  a un bloqueo más genocida, pero ahora con la esperanza de que una nueva visión de la administración estadounidense, dispuesta a reanudar relaciones con Cuba, verdaderamente rompa con más de 11 lustros de atropellos y se abra al entendimiento cuerdo sobre bases de justa reciprocidad, respeto a las normas internacionales de convivencia entre las naciones y civilidad.
Los 56 años transcurridos también han servido a los cubanos para madurar, aprender y entrenar. Los habitantes del archipiélago codiciado por Estados Unidos aprendieron a responder como un avispero a las amenazas y agresiones,  y  convirtieron a su territorio en un bastión inconquistable, y dan pasos firmes hacia la implementación de los lineamientos del sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba que ratificó el rumbo socialista.
Junto con lo más avanzado del pensamiento progresista latinoamericano y mundial, los cubanos  eslabonan sus esfuerzos y  victorias con otros pueblos sobre la base de un renovado optimismo, fundado en la lucha mancomunada que alimenta la esperanza latinoamericana y caribeña hacia un futuro de paz y de progreso.
(Por: Roberto Pérez Betancourt)(Actualizado en 31/12/14)

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