Roberto Jesús Hernández
Escala ineludible para los peregrinos admiradores de José Martí, constituye el memorial situado en la verde campiña de Caimito de Hanábana, al sur de la occidental provincia de Matanzas, donde la luz cuenta sobre un calendario la historia del más universal de los cubanos, a 120 años de su muerte.
Hasta el paraje rural l-perteneciente hoy al municipio de Calimete-, llegó el niño Pepe junto a Mariano, su padre, quien fuera nombrado capitán juez pedáneo por el gobierno colonial español, para frenar el comercio ilegal de esclavos en la zona.
A sus nueve años, el Martí que recorrió los parajes próximos al río Hanábana presenció por vez primera el drama de la esclavitud de plantación, y selló para siempre su particular vínculo con la naturaleza, evidente en varios de sus más afamados textos en verso o prosa.
Según recuerda Ileana Reyes, historiadora de Calimete, de aquella estancia en 1862 del padre y su único hijo varón en el área, data la carta a la madre Leonor, conservada como el documento más antiguo conocido del epistolario martiano.
Un obelisco marca el punto exacto donde se ubicaba en el siglo XIX la antigua casa del juez pedáneo, de la cual solo se conserva uno de sus horcones en el museo local, como pieza de gran interés para sus visitantes, precisa la también licenciada en Filosofía.
La estancia del Maestro en el sitio, hoy Monumento Nacional, definió en gran medida la consolidación de la faceta antirracista de su pensamiento, tal y como lo refleja la multipremiada cinta José Martí: el ojo del canario, del realizador cubano Fernando Pérez.
Más de 10 mil cálculos matemáticos y astronómicos resultaron necesarios para la creación del memorial, diseñado por el arquitecto Domingo Alás, de tal forma que la luz resalte cada una de las más importantes fechas en la vida del autor de Los Versos Sencillos.
Un sistema de tragaluces abre paso al sol hacia el interior del pequeño recinto, donde toca en diferentes momentos del año el calendario y los pedestales que aluden a diferentes facetas de la vida de Martí, sus viajes y la preparación de la llamada por él Guerra Necesaria, iniciada en 1895.
Casi una veintena de banderas de naciones visitadas por el Apóstol, ondean al viento en los jardines que rodean el inmueble, entre ellas varias patrias del continente, al cual llamó Nuestra América, la misma Patria Grande soñada por el prócer venezolano Simón Bolívar.
Procedentes de distantes países llegan visitantes a las riberas del Hanábana para imaginar aquí la estadía del José Martí niño, en búsqueda constante de si mismo, y conmovido ante la belleza natural de la mayor de Las Antillas, donde se rinde homenaje perpetuo a su memoria.
(TVY)(RPB)(Web AIN)(16/05/15)
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