Zafra azucarera en Matanzas: El central René Fraga, la honrilla


MATANZAS.— En el ámbito económico nada les reportaría más placer a los matanceros que cumplir, por fin, con lo previsto en la zafra azucarera, propósito aplazado en los últimos años por insuficiencias básicamente organizativas y, que de tanto reiterarse, son de algún modo imposibles de explicar.
Luego de más de un mes de iniciada la campaña, la provincia registra un débito de unas 10 000 toneladas de azúcar. A ingenios como el Mario Muñoz y el Jesús Rabí, dos baluartes del territorio, después de solucionar problemas derivados de infructuosas inversiones en el área de los molinos, les ha costado trabajo encontrar un rumbo estable en la molida; y un tercero, el central México, no acaba de restablecer la antigua rutina operacional que caracterizó a ese central décadas atrás.
Pese a esos tropiezos muchos creen que es posible salir del mal momento. Así piensa Luis Salas, un hombre que ha pasado mu­chas horas de su vida dentro de los centrales. Él abriga la esperanza de que todavía hay tiempo para corregir errores y organizar mejor el proceso fabril. “Eso sí, hay que hacerlo ahora, el esfuerzo no puede dejarse para la recta final de la zafra, cuando hasta los hierros están cansados”, acentúa.
El cuarto central matancero en zafra, el René Fraga Moreno, con un desempeño crítico en pasadas campañas, muestra esta vez  un buen paso. Según su director, ingeniero Tomás Zamora Rodríguez, el ingenio arrancó el 15 de diciembre y en solo 55 días acumula 700 toneladas más de las que produjo en toda la contienda anterior, y con una eficiencia muy superior.
El coloso satisface su plan al 122 % y muestra saldos positivos en casi todos los indicadores de eficiencia. “Estamos realizando la mejor contienda en muchos años, apenas reportamos tiempo perdido por falta de caña, interrupciones operativas o roturas. El pronóstico del colectivo es cumplir lo pactado (24 900 toneladas) y seguir moliendo hasta completar 10 000 toneladas adicionales, con lo cual ha-ríamos un aporte importante a la provincia”, sostuvo Zamora Rodríguez.
Entre las razones que permitieron este sal­to de un año a otro, mencionó la labor realizada en las reparaciones, la correcta organización del proceso industrial y algo que calificó de determinante: el rescate de muchos operarios, algunos en puestos claves, que re­siden en comunidades cercanas como La­berinto, Gispert o Agramonte, y que habían abandonado el ingenio en busca de nuevos aires en otros sectores.
“En ese grupo ocupan un lugar privilegiado más de 20 jubilados que accedieron a retornar e incorporarse a las labores más complejas del central con el propósito de modificar la historia de los últimos tiempos. La contribución de ese personal experimentado ha sido de mucha valía”, comentó.
Uno de ellos, Jacinto Brito Naranjo, jefe de área del basculador y los molinos, ratifica que el secreto del cambio ha sido la disposición de los trabajadores, pues el central es de los más atrasados tecnológicamente del país. “No se me ocurre otra cosa; lo decisivo es el empuje de la gente que se siente motivada y tan pronto como aparece un problemita le cae en pandilla para resolverlo. Gracias a esa voluntad las máquinas no se paran”.
El viejo Brito relata que debe levantarse a las dos de la madrugada para ordeñar sus vacas y estar a las 7:00 a.m. en el central. “Yo trabajé por espacio de 47 años en este ingenio. Aquí hice de todo, entré como peón y llegué a ser jefe de turno integral. Como otros que también peinan canas decidí regresar para no dejar morir algo que tanto amo. Es­tamos contentos porque se está haciendo una zafra como nunca. Si seguimos así, sin patinar, nos quitaremos el sambenito de incumplidores y daremos un gran alegrón a la provincia”.
Explica Tomás Zamora Rodríguez que otra buena noticia es que echaron a andar la planta de bagazo, luego de diez años en desuso. Comentó que hasta la fecha han
comercializado 284 toneladas y lamenta la lentitud en la extracción de dicho producto utilizado en la fabricación de tableros, por parte de la UEB Derivados Matanzas perteneciente a Tec­noazúcar. “Hoy tenemos en el patio del central un volumen cercano a las 1 000 toneladas, lo cual limita el ciclo productivo de ese importante valor agregado de la agroindustria”, dijo.
Las expresiones de júbilo se aprecian en el rostro y en cada palabra de los trabajadores. María Teresa Fernández, jefa de laboratorio, expresó que en casi 30 años no había visto a la gente tan contenta en el René Fraga. “Es el mismo colectivo, pero más motivado y con deseos de hacer azúcar”.
Otro muy feliz es el viejo Luis Salas, jefe del área de fabricación y con 51 años en el ingenio. Su experiencia le indica que lo más atinado ahora es no bajar la guardia para cumplir el propósito que se han fijado y, además, continuar siendo el necesario aliento que hoy necesitan los azucareros matanceros para realizar por fin una buena zafra.
(Por:Ventura de Jesús García. Tomado de Granma)(11/02/15)



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