¿Adicción o simple negocio?



 Si se enteran que entró algo fuera de serie, suelen correr  hacia la consulta del médico.  Algunos  se afanan en almacenar medicinas para cuando les hagan falta, aunque afronten el riesgo de que se venzan sin uso.
  Mi vecina Cuca  justifica esa conducta aduciendo que ciertas personas son habituales en las farmacias para  acaparan medicinas y luego revenderlas, de manera que  cuando los verdaderos necesitados acuden a comprar, a veces no  encuentran los medicamentos.  Es una práctica lesiva a la economía y a la salud, por lo que necesita seguir siendo controlada.
 Otros consumidores habituales son los hipocondriacos, que por más que se les explican los riesgos para su salud al tragar  medicinas de forma anárquica  no cesan esa práctica nociva.
   Expertos alertan que los principios químicos activos en los medicamentos tienen una fecha de vencimiento a partir de la cual no hacen efecto o  pueden devenir dañinos al añadir toxinas al organismo, y subrayan: la mezcla indiscriminada de elementos químicos, consumidos sin la supervisión de un profesional debidamente calificado, podría ser letal.
  No cabe dudas: Acaparadores, especuladores y adictos, aunque por motivos diferentes, integran una trilogía  que lesiona los intereses y el bienestar de la mayoría de la población.

En  los barrios se observan  grupos de personas siempre  al tanto de la llegada de  medicamentos a las farmacias. Por lo general están apertrechadas de recetas médicas para adquirir analgésicos, ansiolíticos, antibióticos y otras medicinas  de alta demanda. (TVY)(Actualizado en 26/02/15)

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