Cueva de Bellamar: Una visita con dos pretextos

Ventura de Jesús García

Es un viaje que todos los cubanos esperan realizar al menos una vez en su vida. Disfrutar de la Cueva de Bellamar y sus atractivos naturales, en la ciudad de Matanzas -100 kilómetros al este de La Habana-,  es siempre un buen motivo para pasar un día hermoso y agradable.
De todas partes, sobre todo de los municipios y provincias más cercanas a la ciudad, llegan cada día alrededor de medio millar de personas a este sitio increíble, visita que se hace más notoria en los meses estivale
Apreciar las impresionantes estructuras de estalactitas y estalagmitas que crecen desde el suelo y el techo constituye un privilegio que al menos ningún cubano debía perderse, sostiene Reinaldo Cartaya, especialista en recreación.
“Quienes bajan por primera vez se impresionan mucho al penetrar los más de 35 metros bajo tierra y ver las increíbles cristalizaciones y las formaciones mágicas consecuencia del tiempo y del trabajo del agua sobre las rocas. La gente expresa una especial predilección por este fenómeno, y es bueno saber que esas creaciones naturales crecen apenas un centímetro cada 100 años, aunque el goteo es perenne, llueva o no”.
Otra cualidad muy apreciable, indica Cartaya, son las caprichosas figuras que parecen formarse en la amplia gama de procesos cristalinos, algo que llama la atención especialmente de los niños y jóvenes y que da origen al relato jocoso de los guías, quienes también “trampean” para delicias de los visitantes con las leyendas en torno a las fuentes de la eterna juventud, los enamorados y el divorcio.
Se sabe que la Cueva de Bellamar fue descubierta por un golpe de casualidad en 1861, y que en muy escaso tiempo se convirtió en un sitio de visita obligada para cubanos y extranjeros impresionados por la espectacular maravilla na¬tural.
Muchos viajeros llegan a este lugar además con el propósito de disfrutar de su restaurante especializado en comida criolla, un sitio muy apetecido también por la expectativa que brin¬da el entorno, la diversidad en las ofertas y la atmósfera familiar.
Según María Sánchez García, su administradora, la gran conquista del centro reside en el buen trato de los trabajadores y la calidad en la elaboración de los alimentos, lo cual, unido a la posibilidad de descender a la caverna, contribuye definitivamente a cimentar la popularidad del lugar.
Nosotros venimos hasta dos veces en el mes, confiesa Lién Carrión, jurista de profesión. “Aquí celebramos los 70 años de edad de mi papá, hacemos todas las fiestas importantes de la familia e invitamos a nuestros mejores amigos.No hay mejor lugar en toda la ciudad”. (TVY)(RPB)(Granma)(12/08/15).

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