Ser maestro en la Ciénaga es un privilegio

Coto Silva reside en Caletón, Ciénaga de Zapata -200 kilómetros al sudeste de La Habana-, en la provincia de Matanzas,  un asentamiento ubicado al sur en las inmediaciones de la cabecera municipal. La puerta trasera de su casa está situada a escasos diez metros del mar y no tan distante de los bosques del sureño humedal, el mayor del Caribe insular.
Como la de los demás habitantes de la Ciénaga su vida transcurre en una atmósfera tranquila, empujado a explorar y enamorarse de la naturaleza que lo circunda.
En contraste, el carácter de Camilo no es el de un pescador ni trabajador forestal; lo es realmente la docencia. Graduado de Mecanización, este joven pertenece al colectivo de la secundaria básica urbana Eulogio Lobato González, con una matrícula de 143 estudiantes. Allí imparte la asignatura de Geografía de Cuba a los alumnos de noveno grado procedentes de comunidades como
Buenaventura, Los Hondones, Soplillar, Pálpite, Caletón y Mario López.
Otras dos escuelas de su tipo, ubicadas en Playa Girón y Cayo Ramona, acogen a los estudiantes del resto del municipio.
Aunque nació 11  años después de los épicos  sucesos de abril de 1961, Camilo no desconoce el drama que vivía esta región antes del triunfo revolucionario donde “los maestros se podían contar con los dedos de una mano”, dice luego de anotar que los pocos docentes estaban encomendados a las exiguas familias acomodadas de la Ciénaga. “Aquí no había nada, esta era una de las zonas más atrasadas del país”.
Comenta que la comparación en el ámbito educacional es abismal, aunque aclara que hoy los retos son otros, incluidos los requerimientos por mejorar la calidad de las clases. Agregó que las autoridades del Gobierno se afanan además por completar la cobertura de maestros, básicamente en el nivel de secundaria.
No tiene nada de raro vivir en la Ciénaga, todo lo contrario, este es un lugar muy tranquilo y la gente es solidaria, humilde, sana, dice con cierto entusiasmo. “De la Ciénaga no me iré nunca. Vivir aquí es una ventaja, un buen lugar para ser feliz, para criar a los hijos y a los nietos”.
—¿Y qué hay con ser maestro?
—Es todo un privilegio, aunque en este territorio existe la competencia del trabajo no estatal, cada vez con mayor fuerza, y donde los salarios  son más altos que el de un maestro. Pero sucede que es muy alentador llegar al policlínico y que a uno lo atienda una doctora que fue alumna tuya, eso no tiene precio.

 Ventura de Jesús García
(Tomdo de: Granma)

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