De Cuba y para el mundo…

Yosvany Albelo Sandarán

El último domingo una cubana brilló entre la constelación de estrellas que discutía la final de la Superliga de Voleibol femenino en Brasil. Nuestra Kenia Carcasés –porque aunque viviera y se desempeñara en el fin del mundo seguirá siendo siéndolo- demostró talento en el juego que su equipo, Osasco de Sao Paulo, perdió contra Río de Janeiro. Los saltos de la morena hacían recordar aquellos tiempos de “…y el balón se estrella contra la muralla color chocolate…”
 Eran siete campeonas olímpicas en cancha. De la parte paulista descollaban la central Thaísa Menezes y Dani Lins; del otro lado de la cancha, la mejor anotadora del certamen, Gabi, la líbero Fabi y la armadora Fofao, quien a sus 45 años, 378 juegos y 5 títulos celebró en grande su retiro del deporte activo, ante su público delirante y coronando una actuación de maravilla del conjunto local, comandado por uno de los mejores técnicos del mundo: Bernardinho.
 Entre tantas jugadoras estelares, la cubana llegó a pedir las tres bolas decisivas del encuentro, y le tocó fallar el último tanto, ante una defensa sencillamente espectacular que se entregó con todo.
La confianza y nivel alcanzado por Carcasés la ubicarían seguramente entre las líderes de las nuevas Morenas del Caribe que disputarán el cetro Panamericano en Toronto, si la disposición de las autoridades deportivas de la Isla no impidieran que aquellos atletas que migraron en el marco de la ley, y se desempeñen en ligas foráneas como profesionales, permanezcan marginados de las selecciones nacionales caribeñas.
 La prohibición afecta sobre todo al voleibol, especialmente en su sector masculino, que pudiera reunir al mejor seleccionado del mundo, pero limita sobremanera a otras disciplinas, sobre todo colectivas, como el balonmano, el polo acuático, el baloncesto y el fútbol. Y en el caso más doloroso, el voleibol –que nadie lo dude, se trata de una herida por donde sangra Cuba entera-, pasó de ser superpotencia universal en ambos sexos a meros figurantes en el escenario deportivo.
 Nótese que no se menciona al beisbol en el listado, desangrado por las deserciones y solicitudes de baja constantes. No es una cuestión de olvido o menosprecio, sino de al menos otorgarle el beneficio de la duda por las implicaciones que tiene en el asunto el bloqueo norteamericano, y la Ley de Ajuste Cubano, cuestiones que atentan de forma directa contra un posible acercamiento de los peloteros al público y los terrenos de la Isla.
 En los casos anteriores el bloqueo no afecta para nada, ninguna legislación extranjera impide que reunamos a nuestros ídolos, donde quiera que vivan, tan solo la tozudez de mantener al margen a todo aquel que decida probar suerte en otro escenario más próspero.
 El hecho no se limita al deporte, en otras esferas también se aprecia, mas son los deportistas como la cara más pública, conocida y debatida de un problema que se mueve desde los barrios más humildes hasta las plantas altas de la política. Los Juegos Panamericanos y las clasificaciones olímpicas para Río de Janeiro 2016 se antojaban como los escenarios ideales para rectificar procedimientos propios de la Guerra Fría, solo que no se trata de soldados ni espías, tan solo de ciudadanos civiles.
 Para muchos resulta incomprensible que músicos como Isaac Delgado o el Médico de la Salsa hayan regresado a los escenarios cubanos, y que Osmany Juantorena, Wilfredo León y Roberlandy Simón, Nancy Carrillo, Yanelis Santos y Rosir Calderón,   entre otros muchos, estén marginados de participar en los eventos de mayor importancia en el planeta.
  Alguien argumentará seguro que ellos fueron formados gratuitamente por la Revolución, de acuerdo, pero, ¿acaso no pagaron ya con creces sus estudios? ¿Acaso no los continuarían pagando mejor si en el pináculo de sus respectivas carreras contribuyeran a darle títulos a Cuba y a su pueblo? ¿Será que alguien podrá a estas alturas llamar a uno de estos atletas traidor?
  El momento no puede ser mejor para desaparecer las limitaciones que se imponen sin sentido, y de paso comenzar a normalizar el diálogo con la migración cubana de forma sólida y sin aplicar raseros dobles. Porque no se entiende que un balsero que haya dejado deudas con la justicia entre y salga libremente (es un personaje real), y que nuestros mejores exponentes deportivos no puedan representarnos. 
   ¿De qué puede valer estrechar las manos de Jacobson, Kerry o el mismo Obama, si no conseguimos atraer al seno de la nación a aquellos que nacieron de ella y un día migraron por motivos para nada asociados a la política? ¿Qué mensaje enviaremos al mundo- tanto a aliados como adversarios- si una parte de los cubanos siente trabas para ayudar a su país en lo que mejor sabe hacer, si el propio país no hace nada por reunir a sus ciudadanos?
   La actualización del modelo económico cubano pasa también por ese lado, hasta ahora oscuro, de la vida nacional. La recuperación de los aportes de los emigrados resulta un paso al alcance de la mano, así como la adopción de prácticas conocidas para el impulso de actividades sociales como el deporte, léase publicidad, patrocinio empresarial…
   Ya los emigrados jugaron su papel cuando Martí los aupó a colaborar en la guerra contra España, apoyaron a Fidel en la insurrección final contra Batista, y ahora corren otros tiempos, en que el lenguaje de la cordialidad se impone sobre el diálogo de sordos de la Guerra Fría.
   Cuando terminó el juego del domingo una periodista de la televisión intentó en vano entrevistar a Fofao. La emoción le impedía hablar, y solo consiguió decir “Todo muy bueno”, antes de estrechar las manos de sus rivales en el centro de la cancha. Entre ellas sobresalía Kenia Carcasés, quien a sus 29 años ni siquiera debe soñar con el retiro, mas es posible que su cabeza volara hasta cuando le toque ese difícil momento, y se preguntase si podrá aspirar a retirarse ante el clamor de su público cubano y la gratitud nacional ante tantos años de esfuerzos y sacrificios, mientras un veterano locutor haga retumbar el Coliseo con aquella frase antológica: “…de Cuba y para el mundo….”

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