¿Bailar o no bailar?

Bailar es parte indiscutible de la vida de los cubanos. Sentir la música y empezar a mover todo el cuerpo es casi una reacción obligatoria. Y más si de jóvenes se trata pues el baile es sinónimo de buena onda y diversión.



 

Los jóvenes tienen al baile entre sus preferencias. No importa si es martes o domingo, si es verano o invierno, si se está en la escuela o la casa. Lo importante es poner el cuerpo a bailar, relajarse y disfrutar. El casino es un ejemplo básico, prácticamente funciona como una carta de presentación para cualquier fiesta. Por eso quien no domina el género tiene unos puntos de menos en el grupo y también entre las chicas.
Algo que se relaciona con el tema es el poco acercamiento que tienen los más jóvenes con géneros tan cubanos y tradicionales como el danzón, son, rumba, guaguancó y el cha, cha, chá, por solo citar algunos. Estos solo quedan para las conversaciones de los padres o la práctica de los abuelos y casi nunca como expresión bailable de la juventud.
Ciertamente el baile marca pautas en la juventud y pone la varilla alta para quienes no saben o no quieren  aprender. Esto puede derivar en complejos, problemas de personalidad y hasta en un aislamiento voluntario. Los amigos son quienes pueden ayudarlos a salir del bache y lograr su reinserción en el grupo, ya sea bailando o no.
Sobre todas las cosas hay que aprender a respetar las diferencias y los gustos individuales. Aunque no estaría mal que todos se sintiesen atraídos por la música bailable y la asumieran como símbolo de identidad, sobre todo si se trata de modalidades auténticamente cubanas.
¿Bailar o no bailar? ¿Qué harías tú? Pues simplemente bailar, disfrutar de los momentos de alegría que la vida nos pone por delante, en compañía de un buen piquete de amigos, siempre cómplices.  
(Por: Eliane Táboas Merino. 22/4/2015)

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