Valor del silencio

Roberto Pérez Betancourt

El silencio, como la hoja en blanco, puede ser  muy preciado, sobre todo cuando se debe callar, o hablar en voz baja para no molestar. Usted, como  todos, alguna vez ha clamado para que  los ruidosos a su  alrededor tomen conciencia de cuánto contaminan el entorno y permitan a sus semejantes subsistir sin ruidos estridentes. Precisamente, contra el ruido no invitado, que invade nuestros hogares desde una plataforma pública abierta a bocinas sin control, o desde el novísimo estéreo del vecino, existen disposiciones legales que obligan a moderar los decibles. Pero, lamentablemente, rara vez se acatan espontáneamente o alguna institución incumbente las hace cumplir. Es un asunto que sin dudas forma parte de las indisciplinas sociales sobre las cuales se habla y se habla pero poco se hace.  Cuando usted necesita descansar y el arbitrario ruido de otros se lo impide, su psique se altera y se eleva su presión arterial. Si además usted es paciente ingresado en un hospital  y contra todo lo dispuesto en normas, incluso alertadas en carteles visibles, usted, como otros enfermos, sufre el martirio recurrente de gritos, risas, conversaciones en alta voz, que devienen ruido infernal, sumamente dañino para quienes necesitan reposar,  entonces usted se percata de cuan lamentablemente severa es la indisciplina intrahospitalaria, que incluso sufre el profesor cuando intenta explicar  a un grupo de estudiantes los síntomas,  características, causas y posibles terapéuticas a aplicar, delante del enfermo encamado. Y usted, paciente impaciente, se apena por el propio profesor que varias veces ha tenido  que interrumpir su clase para invocar silencio en los pasillos y en la propia sala de ingresados. Es cierto que en la vida cotidiana actual, sobre todo en los conglomerados urbanos, el silencio es un bien prácticamente inexistente. Sin embargo, hay recintos sagrados, a los que todos, alguna vez acudimos: Un hospital, una biblioteca, un templo. En ellos obligación y norma hacer silencio, hablar en voz baja, para quienes allí laboran y para quienes están de tránsito. ¿Un ejemplo de buena ética en materia de silencio? El hospital militar Mario Muñoz Monroe de la ciudad de Matanzas.  (TVY)(21/03/15)

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