Debutar en la tercera edad

Roberto Pérez Betancourt

Al rebasar  hoy  los 60 años de edad y  debutar en la llamada tercera edad, cada vez son más los cubanos que descubren la posibilidad de iniciar una  etapa de su vida que hasta hace poco se consideraba límite para la inmensa mayoría de los humanos.
 Con  sapiencia acumulada a través de años de estudio y de vida propia,  científicos y longevos ratifican mucho de lo que ya intuíamos, y establecen  premisas  de interés para los  aspirantes a transitar  la ancianidad con un disfrute satisfactorio, cuyo límite sigue siendo incierto, pero, cual competencia de salto alto, cada año eleva  el listón.
  Ya no se centra el dilema solo en acumular años, sino en cómo dotar a esa longevidad de una verdadera calidad de vida.
  Testimonios lúcidos de quienes rebasan la centuria contribuyen  al conocimiento del tema y son fuente de sabiduría para gerontólogos, sicólogos y otros especialistas, y para el  común ciudadano, interesado  por derecho de su propia existencia.
  Expertos identifican a la ausencia de pareja, la falta de afecto, el aislamiento y, sobre todo, la carencia de comprensión y amor, entre los elementos que suelen convertirse en  principales causantes del desenlace de enfermedades en los ancianos.
  Para expertos como Lilian Rodríguez, la depresión, el deterioro cognitivo, el dolor y las dificultades auditivas y visuales son algunas de las manifestaciones de la fragilidad en las referidas  personas.
  En Cuba se trata de un asunto de creciente interés, habida cuenta que más del 18  por ciento de la población  supera los 60 años, y de acuerdo con las estadísticas vigentes la esperanza promedio de vida supera los 77.
  Las proyecciones demográficas revelan que para el año   2025 uno de cada cuatro cubanos sobrepasará las seis décadas, razón que estimula  estudios sobre ancianidad y calidad de vida, en los ámbitos médicos, sicológico  y social.  
   Coincidencias indican que quienes han disfrutado de todo lo que han hecho, y aún hacen, tienen mayores posibilidades de alcanzar satisfactoriamente la centuria.
   Sin despreciar la herencia genética --admitida científicamente como potencial de longevidad--, se establece entre los factores favorecedores de larga supervivencia el afecto que se recibe, cuidados médicos, alimentación balanceada,  optimismo, buen sentido del humor y el  haber vivido acorde con las posibilidades de cada cual.
   Se ha demostrado que en las personas de más de 100 años la felicidad no depende de grandes realizaciones personales, sino de disfrutar lo que la vida les ofrece, sabia manera de evitar tensiones y ansiedades, fuentes de estrés malo que envenenan el espíritu y derrotan a los que ambicionan más allá de la lógica y la cordura.
  Comprenderlo a tiempo puede marcar la diferencia de la fórmula mágica que delimita entre longevidad satisfactoria y muerte prematura.(TVY)(09/03/15)

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