Nuestra querida Celia…

Este 11 de enero el pueblo de Cuba recordó con entrañable cariño a una mujer que supo ganarse la simpatía de todos mediante su carácter jovial, su sencillez en el trato coloquial, sin distingos, como una vecina más; con sus hazañas de revolucionaria activa, en el llano y en la Sierra, y luego, desde la Revolución triunfante, siempre atenta, siempre cordial, siempre ella, para todos, simplemente Celia.
La muchacha enamorada de la Mariposa –la flor nacional-, la mujer a la que acudían una y otra vez los combatientes de la Sierra para platicarle sus problemas y hallar la atención esperada, de compañero a compañero; la consejera siempre dispuesta, optimista, aún en los instantes más difíciles, hasta aquel aciago 11 de enero de 1980, cuando su presencia física dejó de estar, pero dejó una estela de cariños y de recuerdos imborrables.
Y es que la presencia de Celia renace en cada logro de la Revolución y en cada evocación de quienes tuvimos el privilegio de tratarla en algún instante de nuestras vidas.  Los más jóvenes, quienes conocieron de sus hazañas y desvelos a través de testimonios de otros, también han aprendido a querer a Celia, por eso, en estos días de recuerdos se le dedican poemas, flores y canciones en actos sencillos.
En Media Luna, provincia Granma, en el oriente cubano, donde nació un nueve de mayo de 1920, sitio donde transitó 20 años de su vida fecunda, y donde este año se le rindió merecido homenaje de recordación, al igual que en otras provincias. 
Celia organizó la ayuda imprescindible a los expedicionarios del yate Granma que desembarcaron en Las Coloradas para proseguir la guerra necesaria el dos de diciembre de 1956. Fue ella la primera mujer en vestir el uniforme del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, y durante 23 años, la ejemplar colaboradora del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Celia Sánchez es de esas mujeres que entran en la historia desbordando sentimientos y permanecen para siempre en la evocación popular, de generación en generación, porque su personalidad y su obra  poseen el don, siempre en presente, de conmover a quienes las conocieron, o de alguna forma supieron  de sus hazañas en el tránsito terrestre, como a la madre propia, como a la compañera inolvidable de todos. (TVY)(Actualizado en 12/01/15).

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