Pensar con cabeza propia

Dicen los de más experiencia que nada mejor que pensar con cabeza propia para tomar decisiones correctas en nuestra vida. Claro, este es un consejo que no siempre los jóvenes toman al pie de la letra.
La juventud, en ocasiones, se convierte en sinónimo de inmadurez. Por eso muchas veces los muchachos se dejan llevar por otros a la hora de tomar decisiones sin pensar en las consecuencias. Y en esto sobran los ejemplos, aunque predominan los malos.
Un consejo desacertado puede cambiar el rumbo de nuestras vidas, convertirnos en malas personas o peor aún, alejarnos para siempre de quienes queremos. Por eso es importante no actuar a la ligera y pensar antes de dar algún paso.
Pensar con cabeza propia denota madurez, confianza y seguridad en nuestros actos. Incluso cuando no salen bien y seguimos una corazonada o un presentimiento. Mejor cargar con errores o derrotas propias y no con los ajenos, que casi siempre suelen ser los más peligrosos.   
Seguir los consejos de otros o dejarse influenciar para dar malos pasos guarda mucha relación con la envidia, el egoísmo y la traición. Quienes lanzan a otros al pozo sin fondo de los desaciertos ni son amigos ni compañeros. Claro, también están los de verdad, los que hablan con el corazón en la mano y nos acompañan en cada paso que damos. Nada es absolutamente blanco o negro sino lleno de matices.
El círculo de amigos y la familia, sobre todo, constituyen referentes para los jóvenes a la hora de actuar y tomar decisiones en cualquier ámbito: escolar, laboral o personal. Si ellos brindan un buen ejemplo entonces no hay nada que temer.
Hoy hemos compartido experiencias, reflexiones y comentarios sobre el hecho de pensar o no con cabeza propia. Todo para ayudar a cada quien a no errar en sus decisiones, a enfrentar sus propios miedos pero sobre todas las cosas a saber levantarse y seguir adelante.



(Por: Eliane Táboas Merino. 21/12/2014)

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