El paquete del cargue, o algo para tener en cuenta



En La Habana y otros lares le llaman “El paquete”. En Matanzas y otras ciudades le dicen “El cargue”. Se refieren a lo mismo: conjunto de audiovisuales producidos allende los mares, recopilados en Cuba por quienes poseen conexiones y medios electrónicos adecuados para captarlos, editarlos y distribuirlos en hogares donde los adquieren  por un precio aceptable para los clientes.
Viajan  y se distribuyen mediante intercambio de soportes de discos duros y memorias digitales.
El contenido se puede reproducir a partir de los equipos de DVD o de las cajitas para la televisión digital, recientemente comercializadas en Matanzas y en otras ciudades, y cuya oferta comercial se ha quedado muy corta en relación con la alta demanda que ha motivado este equipo.
Sobre el tema se habla y comenta públicamente.
Varios analistas le han dedicado espacios en la prensa escrita y digital. Llaman la atención aspectos puntuales:
Primero: Nadie sabe -y si lo sabe no lo dice-, quienes son los que captan, distribuyen y lucran con estos paquetes y cargues, cuya popularidad y aceptación es innegablemente popular y creciente, lo que se desprende de los comentarios que se pueden escuchar  entre los consumidores.
Segundo: Es obvio que existe un público que gusta de los contenidos de esta alternativa televisual, que últimamente incluye hasta los anuncios comerciales de quienes patrocinan los programas televisivos extranjeros.
Tercero: El cargue es variopinto: desde telenovelas y películas, noticieros  de prensa rosa y sensacionalista, hasta documentales de corte científico, desfiles de modas, concursos  artísticos, espectáculos de estrellas internacionales, shows de aparente realismo doméstico donde el chisme, el sexo y el morbo son protagonistas de los guiones que a veces incluyen a un árbitro de supuestos poderes omnímodos para impartir la justicia al estilo de Robin Hood.
De todo traen estos envíos semanales de contenidos alternativos.
A pesar de las interrogantes sin respuestas, al menos algo sí parece claro: Se trata de un fenómeno cultural que no debe ser ignorado por quienes diseñan y aplican la política televisiva en nuestro país. (Por: Roberto Pérez Betancourt)(15/12/2014)


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