Desde hace siete años rigen regulaciones para fumadores

Hace  siete años entraron en vigor en Matanzas y en todo el país, disposiciones que regulan el proceder de fumadores en espacios públicos para preservar la salud de la población, ante los comprobados efectos tóxicos, que provoca el humo del tabaco en fumadores activos y pasivos, estos últimos  sometidos a las emanaciones de quienes  practican su adicción sin consideración con los demás.
Algo se ha avanzado desde aquel mayo de 2007 y hasta este 31 en que se conmemora el día mundial sin fumar.Pero todavía son muchos los fumadores y los encargados de velar porque se cumplan las referidas ordenanzas, que siguen sin enterarse de estas. 
Por supuesto, cada persona es dueña de decidir si fuma o no, aunque las consecuencias de las enfermedades que pueda contraer después recaigan, no solo sobre ella misma, sino también en la ocupación del personal de salud y el presupuesto que sufragan todos los trabajadores del país.
Recordemos que las regulaciones prohíben fumar en todos los locales públicos, climatizados o cerrados, oficinas, salones de reuniones, teatros, cines y salas de vídeo, y fijan normas de conducta respecto del mal hábito de fumar a quienes se desempeñen en tareas vinculadas con la docencia, la salud y la gastronomía.
La vida de todos los días demuestra  que no basta dictar normas  si no se garantiza una supervisión consecuente con su cumplimiento para que la ley no se convierta en letra muerta, y no se puede obviar la necesaria divulgación  sobre los daños que causa el tabaquismo.
Deben saber los fumadores  que si abandonan su mal hábito antes de los 50 años de edad pueden reducir todavía a la mitad los riesgos de muerte derivada de la toxicidad del tabaco, de acuerdo con criterios científicos.
En ocasiones los adictos a la nicotina son capaces de ejercer su fuerza de voluntad para salirse del enganche cuando padecen en su familia un deceso consecuencia del tabaquismo.
Ver el horror de un padre morir de cáncer del pulmón con metástasis cerebral, mientras el neurólogo le afirma a usted que  el cigarro  lo mató, equivale a un electrochoque emocional capaz de hacer que se renuncie al tabaco. El ejemplo está sacado de la vida real. Es mi propio testimonio. 


(Por: Roberto Pérez Betancourt)

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